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Jordi Landero

Dos décadas tendiendo puentes

HASTA hace escasos años, los vecinos de la pequeña localidad onubense de El Granado, limítrofe con Portugal, tenían que recorrer la friolera de 140 kilómetros, dando un rodeo hacia el sur por Ayamonte, o bien hacia el norte por Rosal de la Frontera, para desplazarse hasta la vecina aldea portuguesa de Pomarão.

Una distancia a la que se unía el accidente geográfico del río Chanza antes de desembocar en el Guadiana, separando a ambos países en su confluencia y suponiendo históricamente una importante barrera natural que ha hecho que dos localidades vecinas hayan vivido de espaldas durante siglos.

Pero en febrero de 2009 se abrió sobre dicho afluente el Puente Internacional del Bajo Guadiana, recortando drásticamente la distancia por carretera entre ambas poblaciones a tan sólo 12 kilómetros. Todo un hito para la relación entre sus gentes.

Aun siendo éste uno de los casos más extremos de separación tanto por una frontera política como por otra natural entre dos localidades vecinas de la provincia de Huelva y las regiones portuguesas del Algarve y el Alentejo, su acercamiento ha sido en las últimas décadas una constante. Ha propiciado unos lazos de unión cada vez más estrechos entre dos países cuyas relaciones han estado marcadas por las tensiones.

Así lo ponen de manifiesto las numerosas fortificaciones que aún resisten el paso del tiempo y que se reparten por las poblaciones situadas en la frontera (La Raya, por eso de mantener a raya a sus habitantes), cuyo principal exponente en Huelva es el castillo de San Marcos, en Sanlúcar de Guadiana; así como las escaramuzas que en la desembocadura del Guadiana aún se siguen produciendo (aunque cada vez más esporádicamente), entre patrulleras portuguesas y pesqueros españoles, cuyos momentos más álgidos se vivieron entre las décadas de los 70 y los 80 y que parecen revivir ahora con las retenciones de dos pesqueros de Isla Cristina y Ayamonte en siete días.

El primer registro sobre la frontera hispano-lusa, la más larga de la península (1.234 kilómetros), y una de las más antiguas de Europa, data de 1267, con el Tratado de Badajoz, que estableció un tramo de frontera a lo largo del Guadiana muy parecido al actual. Pero la frontera entre ambos reinos no quedó definida casi como la conocemos hoy hasta la firma del Tratado de Alcañices en 1297.

Las tensiones evidencian la realidad de dos pueblos que durante siglos han vivido de espaldas, pero que siempre han estado abocados a entenderse para aprovechar sus oportunidades de desarrollo. Resulta paradójico que dos países que han compartido fronteras y territorios hayan vivido tan distantes, perjudicando especialmente a sus comarcas fronterizas ya que por lo general la España menos rica es la que limita con Portugal, y viceversa.

El estrechamiento de las relaciones entre ambos no comenzaría a afianzarse hasta los 80 del siglo XX. Primero con el ingreso de España y Portugal en 1986 en la Comunidad Europea; y en 1993 con la entrada en vigor del Mercado Único. Todo un hito para las regiones fronterizas onubenses, algarvías y alentejanas ya que supuso la apertura definitiva de las fronteras para personas, bienes, servicios y capitales, así como la supresión de las aduanas.

Las fronteras políticas pasaron a la historia, quedando como principal barrera para las relaciones hispano-lusas en Andalucía la frontera natural que conforman el Guadiana y su afluente, el Chanza.

La UE traería consigo distintos fondos estructurales destinados a fomentar el acercamiento de las comunidades fronterizas. Uno de los momentos más importantes se vivió en 1991 con la inauguración del Puente Internacional del Guadiana entre Ayamonte y Castro Marim.

Los andaluces comienzan a adentrase en el Algarve y el Alentejo, mientras antes apenas conocían la localidad de Vila Real de Santo Antonio, frente a Ayamonte, a la que accedían atravesando en barco el Guadiana para aprovisionarse de determinados artículos. Mientras un año antes de la apertura del puente los ferrys que unían ambas orillas transportaron a 2.159.942 pasajeros, en 1996 esta cifra se redujo a sólo 171.005, optando la mayoría de los ciudadanos por desplazarse entre ambos países por el puente. Hoy es muy común encontrar portugueses en comercios de Huelva o Sevilla, y viceversa.

A éste se han unido en los últimos años el Puente Internacional del Bajo Alentejo entre El Granado y Pomarão (2009), y está a punto de ser inaugurado el Puente Internacional de Paymogo, que sobre el Chanza unirá por carretera este municipio con la aldea portuguesa de San Marcos.

Tres puentes en dos décadas, a los que se unen los dos pasos fronterizos de Rosal-Vila Verde y Encinasola-Barrancos.

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