ÚLTIMO domingo antes del comienzo del curso en Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional. La educación es el condimento que no falta en la ensalada de recortes. Es un pretexto de bolsillo para el rifirrafe ideologizado. Es un breviario de frases hechas para escurrir el bulto. Porque no se entra en el fondo de su armario: tantos años de enseñanza reglada para dar unos niveles de conocimiento y aptitudes tan paupérrimos. No se eluda más el debate sobre qué diantres causa tanta alergia a la calidad educativa. Aconsejo tomar como guión la declaración que la Real Academia de Ingeniería acaba de entregarle al Ministerio de Educación sobre el deterioro de la enseñanza en el Bachillerato y la Universidad en toda España, y sus efectos sobre la formación de los ingenieros, que ya es alarmante para que ejerzan su actividad sin que descarrilemos. El informe es perfectamente extensible a todos los niveles y profesiones.

Los sabios de la ingeniería no olvidan que fueron estudiantes antes que catedráticos, y lo tienen claro: "En Bachillerato, aprobar a los alumnos sin merecerlo o permitirles pasar de curso con más de dos asignaturas pendientes es un gravísimo error. Les afecta directamente, tiene efectos perjudiciales en los demás alumnos y en la motivación y rendimiento del profesorado".

En el ámbito universitario, también ponen el dedo en las llagas: "La reducción drástica de contenidos ha alcanzado niveles insostenibles. Los métodos de selección del profesorado han empeorado. Los candidatos suelen ir solos a las pruebas de selección (no hay competitividad), eligen a una parte o a todo el tribunal que va a juzgarlos y están sometidos a unos ejercicios claramente insuficientes.Todo esto conduce a la endogamia y a una notable pérdida de calidad".

Estos males no se han producido por falta de dinero sino por criterios acomodaticios que causan resultados nefastos. Para reformar el culto a la mediocridad, no hay que pedirle préstamos al Banco Central Europeo. Se pueden extirpar a coste cero.