NO les entra en la cabeza. Los valores intangibles de aquel desafío llamado Expo 92, más todo lo que se construyó y se ha reutilizado, más la Sevilla Puerto y Puerta de Indias, más el cúmulo de experiencias que deparó construir una nueva ciudad en la isla de la Cartuja y ser anfitriones del planeta, son patrimonio de Sevilla. Y el Ayuntamiento, como institución que representa mejor que ninguna otra al municipio, ha de tener interiorizado ese factor como parte indispensable de la marca Sevilla en muchas de sus acciones locales, nacionales e internacionales. Sin embargo, veinte años y cuatro alcaldes después, la Expo 92 sigue desterrada de los criterios y de las decisiones del Ayuntamiento. Ahora manda el PP, y en el subconsciente de sus dirigentes aún pesan circunstancias más que superadas en el ánimo de la ciudadanía: los enfrentamientos entre la Sociedad Estatal y el Ayuntamiento, el conflicto entre el equipo de Olivencia y el de Pellón, y el protagonismo del sanedrín socialista en la organización de aquel hito excepcional.

Degenerando, degenerando, se ha llegado al muy municipal ridículo de Juan Bueno y Beltrán Pérez anunciando como fiesta Aniversario Expo con marchamo del Ayuntamiento un concierto con cuatro populares grupos de sevillanas. En el mismo día, y a la misma hora, se estaba presentando en el Teatro Central, construido para la Expo 92, su temporada 12/13, en la que siguen interviniendo artistas internacionales que maravillaron allí hace veinte años, como la compañía belga de danza Rosas. Señores concejales, por favor, no disparen al pianista.

Ayer, 24 horas después de ser Juan Bueno y Beltrán Pérez fuente de indignación o de hazmerreír, salió a la palestra el portavoz municipal, Curro Pérez, para hacer ver que también tiene lugar hoy en San Clemente un concierto de la Banda Municipal. Tampoco difuminó la imagen de descoordinación y desconocimiento sobre lo que acontece en Sevilla y sobre lo que se organiza. El Ayuntamiento malversa de modo lamentable su capacidad de liderazgo informativo. A coste cero, utilizando sus canales habituales, podían haber comunicado a los sevillanos (y a los turistas de este puente) que se inaugura en el Archivo de Indias una exposición sobre la Sevilla americana; que es posible redescubrir el Pabellón de la Navegación; que un pintor universal como Murillo ha regresado a Los Venerables; que está hoy abierto el Conjunto Monumental de la Cartuja, sede emblemática del 92; que está de fiesta el Parque del Alamillo, heredero del vivero de la Expo; que Isla Mágica anima lo que fue Lago de España, y en su cine de butacas en movimiento proyectan la película que se hizo para dicha sala; que es posible pasear por el Jardín Americano y los Jardines del Guadalquivir, y que los sevillanos de la Asociación Legado Expo, de modo altruista, ofrecen visitas guiadas por los principales pabellones de hace veinte años que ahora conforman el Parque Tecnológico Cartuja.

Informar globalmente de todo eso desde el Ayuntamiento era fácil y a coste cero. Pero hace falta pensar y sentir la ciudad como un todo. Animar al conocimiento y disfrute de espacios y equipamientos que costaron mucho dinero a la población. Y liderar la ciudad, sumando en lugar de imponer también la mediocridad de los compartimentos estancos que se dan la espalda mutuamente. Qué diantres le importa al vecino de Pino Montano o al turista de Bilbao que los enclaves o actividades que he citado estén gestionados o por delegaciones municipales, o por consejerías de la Junta, o por el Ministerio de Cultura, o por la Fundación Focus.

Señores concejales, no se escuden en la falta de dinero por la crisis económica. Era factible aprovechar a coste cero los recursos humanos y materiales de la ciudad del 92 y de la ciudadanía del 92. La disyuntiva no consistía en elegir entre incurrir en fastos absolutamente innecesarios, o no hacer nada. La crisis que ustedes padecen es de criterio.