Breikin Nius

ignacio Gago

Quejas públicas muy privadas

LAS televisiones privadas tienen como objetivo primordial hacer caja gracias a la publicidad. Informar y entretener van de secundarios. Otro de los objetivos primordiales de estos operadores de televisión españoles es quejarse. Por activa, por pasiva, de noche, día y madrugada, con un gobierno del PP, del PSOE o de quien sea. Su patronal Uteca es más bien Quejateca. Nada les gusta y, menos aún, que se legisle en su terreno. Ahí está la Ley general del audiovisual aprobada en 2010 por Zapatero para intentar poner orden en la maraña normativa del sector. Una ley que, apenas tres años después, ya es vieja. Quizá porque mucho lobby de las privadas metió mano en su redacción. Quizá, seguramente, porque hay artículos que parecen redactados por El club de la comedia. Mientras que las televisiones públicas siguen con su tradición de números rojos y pérdidas millonarias, los dos principales grupos privados, Telecinco y Antena 3, ganaron en 2012 más de 80 millones de euros entre las dos, a pesar de reducir sus beneficios más de la mitad con respecto a 2013. Aún así, se quejan y se quejan. Nada les gusta cuando éste o cualquier gobierno legisla a contracorriente de sus lógicos interés comerciales, aunque los presuntos ataques sean leves pellizcos de monja. Por todos los medios intentan presentarlo como un ataque a la empresa, el pluralismo, la independencia o incluso, y ya puestos, la esencia de la democracia misma y el artículo 20 de la Constitución llegado el caso.

Y no es el caso. Las privadas andan echando azufre porque el Gobierno se ha limitado a cumplir una sentencia del Tribunal Supremo -aunque habrá que esperar sentado a ver cuándo se hace efectiva- que supone la desaparición de nueve canales de la TDT: tres del Grupo Antena 3-Atresmedia, dos de de Mediaset-Telecinco, dos de Veo TV-El Mundo y otros dos de Net TV-Vocento/ABC. El Supremo ha dejado claro que el reparto de estos canales en 2010 por Zapatero se hizo a la remanguillé, sin mediar una cosa llamada concurso público recogida en la Ley general del audiovisual. Pero ya se sabe que la ley tiene meandros inescrutables cuando se trata de aplicarla a las televisiones, más aún si son de capital privado. Una legislación que habla del horario de protección infantil y ahí está, por ejemplo, el Sálvame de Telecinco a una hora no muy de late night. O unos topes de emisión publicitaria que las teles cumplen apuntándolos en la barra del hielo.

La modernidad de la TDT no ha traído a España una televisión mejor: coja el mando, zapee y constátelo. La TDT ha sido un negocio para alquilar y realquilar canales con inversiones mínimas y beneficios máximos, más aún para grandes grupos que han sido incapaces de hacer una televisión medianamente aceptable.

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