Doble fondo

Roberto Pareja

Escopetas rosas

LA política es más peligrosa que la guerra porque en el campo de batalla se muere una vez. Estaba en lo cierto Winston Churchill y que cada uno ponga el ejemplo que le parezca, hay para todos los gustos.

Y colores. Como los de las escopetas. Más de un televidente debió quedarse ayer alucinado al contemplar a una niña que no ha cumplido los seis años con su papá manejando un rutilante rifle rosa. Obvia y afortunadamente, todos sabemos que, por ahora, la estampa sólo puede proceder de Estados Unidos, donde no es raro que el negocio de las armas en clave sexista se esté disparando cuando casi la mitad de las mujeres (un 43% en 2011, según la empresa encuestadora Gallup) admiten que tienen una pistola en casa. Lo malo es que esa feminización da apariencia de juguete a un artefacto letal.

También decía el gran estadista británico que, en política, los verdaderos enemigos están en tu propio partido y que enfrente sólo hay rivales. Es mayormente una exageración, pero no cabe duda de que por muy rosas que sean las escopetas de los compañeros, éstas no están concebidas para tirar flores sino balas ni de que cuando los aspirantes a algún cargo se declaran encantados con la concurrencia de nuevos competidores y sólo hablan de ellos maravillas (en público) ya están tramando la mejor manera de hacerles la cama. Un ejemplo cercano en el estado de ánimo pero lejano en el tiempo, a tenor del calendario marcado por los dirigentes del partido, son las primarias del PSOE.

Las escopetas rosas de Eduardo Madina, Beatriz Talegón, Patxi López, Emiliano García-Page o Carme Chacón -algunas son de feria- ya están empezando a llenar sus cargadores. Y surgirá alguna más. Habrá tiros por la silla de Rubalcaba. Ojito. Si el partido se pega uno en el pie con una mala elección, el peligro es hasta de defunción.

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