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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

SOTERO M. MARTÍN BARRERO

Traición al corcho

SE ha preguntado alguna vez sobre la importancia del corcho para nuestra comunidad? Aunque no tiene un gran peso en el PIB andaluz o en la economía española, este material nuestro, muy nuestro, serviría como el mejor ejemplo de eso que desde hace unos años ocupa un lugar destacado en los discursos políticos y temáticos: la economía sostenible.

El corcho ha sido un elemento discreto, ha pasado desapercibido, sin grandes ostentaciones, por la vida de todos los andaluces, siempre cumpliendo eficazmente cualquiera de las tareas para la que fue encomendado. Hace 2000 años se usaba para poner a flote embarcaciones tunecinas, argelinas y turcas; lo usamos como aislante de sonido y temperatura en nuestros cines y teatros; como cuña y plantilla en calzados; banquitos en las bodegas; en él, como tablón de anuncios, se cuelgan edictos, resoluciones, calificaciones académicas, etcétera; como cazo comunal en nuestras fuentes públicas; tapando garrafas, tarros de cocina, jarras y perfumes y, cómo no, tapando el vino en esa conjunción idílica que es el vidrio-vino-corcho desde que en 1681 el fraile Pierre Perignon consiguió el equilibrio entre sus fermentados de uva de la campiña de Champagne en Francia, enalteciendo esta corteza como principal material para la conservación.

La industria transformadora del corcho más importante es la taponera, representa un 85% del total. Por ello, el uso del tapón del corcho incide de manera fundamental en todo el recorrido que realiza este elemento desde el alcornoque hasta la botella de vino.

Gracias a su uso, el monte alcornocal, protagonista indispensable del bosque mediterráneo, se conserva, albergando la más variada fauna posible (rapaces, ciervos, roedores…) y otro protagonista de nuestras vidas: el cerdo ibérico. Quede claro que en la explotación extensiva de la dehesa, la saca de corcho no sólo mejora ecológicamente el ecosistema, sino que además, hace viable económicamente la explotación agropecuaria. Por tanto, sin industria del corcho no hay o peligra el cerdo ibérico.

Pues bien, por la globalización, o mejor dicho, porque el mundo anglosajón no disfruta del alcornoque ni de su corteza, los diferentes sustitutos para tapar vinos están poniendo en peligro el equilibrio ecológico y económico del mundo rural. Así, nos topamos con el tapón pilfer (tapón de rosca) y el tapón de poliuretano de colores llamativos, en principio en caldos surafricanos, australianos y americanos, pero ya también instalados en bodegas españolas y, lo que es peor, también andaluzas.

Muchos recordarán la arandela de corcho aglomerado que separaba el platillo metálico del líquido en las botellas de Coca-Cola. El cambio de éste por el plástico supuso una convulsión en este sector. De nuevo, el plástico vuelve a ser una gran amenaza para nuestro mundo rural.

Aunque en los vinos de larga rotación (crianzas y reservas) el corcho, por su elasticidad, estanqueidad e impermeabilidad es todavía insustituible, en los de corta rotación (blancos, rosados y jóvenes) cada día vemos más plástico. No se trata del precio, debe de ser porque el material sintético es uniforme a la vista y fácil en su explicación. El corcho, como producto natural y diferente en cada unidad le resulta más difícil de entender a nuestros enólogos.

La introducción del tapamiento con plástico de nuestros vinos es un insulto a nuestra cultura, nuestras sierras, nuestro ecosistema y, además, pone en peligro 80.000 jornales de la saca en el campo andaluz y más de mil empleos en la industria en zonas deprimidas.

Nuestra gente de las sierras de Huelva, Cádiz, Sevilla y Málaga (15% del corcho mundial) es traicionada cada vez que consumimos botellas tapadas con plástico. En los últimos años, empresas de transformación están cerrando, quedando ya pocas y con rentabilidad reducida.

Del gollete de la botella, un vino anglosajón en un restaurante londinense colgaba una etiqueta con la leyenda no cork como poniendo en valor lo ecológico de no llevar corcho, como si en el sur de Europa estuviésemos cortando árboles como en el Amazonas e ignorando que la saca de la corteza del alcornoque y su posterior poda mejora la salud del árbol y de la dehesa en general. ¿Desconocimiento?

Ni qué decir tiene comparar el coste de reciclaje de uno y otro tapado. Nuestro corcho es totalmente biodegradable.

Descorchar está unido a momentos de alegría. Descorchamos cuando celebramos nacimientos, bodas, las entradas de año nuevo, los éxitos profesionales y sentimentales. Hagamos uso literal de la extensión del verbo y, cuando nos pongan por delante algo tapado con derivados del petróleo, etiquetémoslo: no cork, I don't buy (no corcho, no compro).

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