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Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Tres hombres buenos

TRES hombres buenos se titulaba un spaghetti western que se estrenó el año en que un servidor nació. Una panda de canallas cometen un crimen, y un trío de hombres justos cabalgan para darles su merecido. En el caso de Caja Madrid y la Bankia previa a la intervención, los golfos apandadores son 86 altos barandas de variada adscripción, y sus fechorías van desde hacerse los repentinos gourmets en el taco por los establecimientos del orbe hasta sacar dinero para un desavío con la tarjeta de aladino: uno se va con el plástico a una esquina, le dice a la máquina de su entidad que le dé 500, ésta se los da, y en vez de minorar la cuenta del tipo, los carga de los fondos de la caja, directamente. Pero hubo tres hombres buenos que no desenfundaban briosos la visa ajena defraudando a la entidad y a Hacienda, y es urgente que memoricemos los nombres de estos tipos tan raros, que no hicieron uso de la tarjeta pudiendo hacerlo, y además viendo cómo los otros imprescindibles prebostes de la caja lo hacían con plastilinosa moral: Íñigo María Aldaz, Esteban Tejera y Félix M. Sánchez Acal (aunque este último, de UGT, murió justo antes de poder utilizar la tarjeta). Siendo como es tan flexible y distraída la conciencia del humano -y más del político español-, den por hecho que a los implicados les atacó el virus Pampa (Proceso de Autoindulgencia con el Monedero del Padre en la Adolescencia): la primera vez que se sisa, se sufre el remordimiento; a la quinta, el dinero era tuyo sin más. Seguramente muchos pensaron que sus dietas y sueldos millonarios eran una porquería que no pagaba ni de lejos su decisiva contribución al hundimiento de la caja madrileña y valenciana, hoy resucitada con el dinero público y con una gestión eficaz. Hay otros tres hombres buenos en todo este alucinante robo tecnocrático... aunque no tan buenos. Virgilio Zapatero, Spottorno y Corsini, ex consejeros en aquellos tiempos, devolvieron el dinero en junio, sin duda a sabiendas de que esto iba a suceder (las instrucciones e investigaciones suelen producirse con una especie de programación invisible que se alinea con las prescripciones de los delitos y faltas). Claro que el ex ministro socialista Zapatero y los otros dos hombres medio buenos están en el taco, y es de mucho temer que que una buena proporción de los 86 tarjeteros desahogados no puedan devolver el dinero tan fácilmente, porque lo tienen reconvertido en en ladrillos o en ácido úrico: no se habían visto en otra. Por un (buen) puñado de dólares fáciles se han metido en un buen lío. A la vista del lío, otros, a lo largo y ancho de España, estarán comenzando a devolver dinero.

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