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Opinión

Manuel Mesa Ramos (Presidente de la Sociedad Andaluza de Traumatología y Ortopedia)

La fractura de cadera, un episodio devastador

LA fractura de cadera puede ser un episodio devastador en la vida de una persona. Más del 60% de los pacientes que eran independientes antes de haber sufrido una fractura de cadera no recuperan su estilo de vida previo, y entre el 10% y el 40% no retornan a su residencia habitual.

Pero lo más grave es que uno de cada tres fallece antes del año. El número de fracturas no deja de crecer. Nos encontramos ante una verdadera epidemia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La fractura suele ser consecuencia directa de una caída, pero la osteoporosis hace que los huesos puedan romperse espontáneamente o ante pequeños traumatismos.

El "armazón" de los huesos, la matriz ósea, se ha deteriorado e incluso desaparecido, lo que lleva irremediablemente a la fractura.

La composición de este armazón son proteínas y, efectivamente, más del 40% de estos pacientes llegan a nuestros hospitales con un estado nutricional deficitario. Para que el calcio se deposite en el hueso necesita de la vitamina D.

Una inmensa mayoría de los fracturados de cadera son deficitarios en vitamina D; es más, un gran porcentaje de las mujeres con más de 50 años presentan déficit de vitamina D.

En el Día Mundial de la Osteoporosis, la Sociedad Andaluza de Traumatología y Ortopedia (SATO) quiere destacar que la osteoporosis subyace tras fracturas tan comunes como la de cadera, muñeca, hombro o columna. Son pocas las personas que reciben tratamiento adecuado.

La pérdida de calidad de vida, la alta tasa de mortalidad, el trastorno familiar o los costes sociales que ocasionan justifican sobradamente la adopción de medidas preventivas y terapéuticas.

La prevención es el arma más efectiva para combatir la osteoporosis y prevenir las fracturas.

Ha de iniciarse en la infancia y la adolescencia y consta de cuatro pilares fundamentales: tomar el sol (principal fuente de vitamina D); hacer ejercicio (a ser posible al aire libre); dieta adecuada (en la que estén presentes las proteínas, el calcio y la vitamina D), y evitar las caídas.

Cuando el paciente ha sufrido una fractura osteoporótica, es preceptivo establecer un tratamiento con fármacos que frene el deterioro óseo e insistir en el mantenimiento de unas cifras adecuadas de proteínas en sangre, siendo necesario suplementar la dieta normal de estas personas.

El traumatólogo desempeña un papel relevante en esta labor, tal como reconoce la Organización Mundial de la Salud.

Las dificultades con las que se encuentra este profesional a la hora de reparar las fracturas lo hacen perfecto conocedor del problema.

La labor coordinada del traumatólogo con otros profesionales de la salud en las denominadas unidades multidisciplinares de Ortogeriatría contribuye eficazmente a la atención de estos pacientes y en la reducción de sus complicaciones.

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