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La tribuna

rafael Rodríguez Prieto

Universidad a plazos

EN 2009 publiqué dos tribunas en este mismo periódico que criticaban el proceso de mercantilización y privatización de la enseñanza superior (¿Universitario cliente? 27/07 y Una reforma para la universidad 24/08). En ellas glosaba las principales razones que esgrimíamos los que nos oponíamos al mismo. Desgraciadamente, las peores previsiones se han cumplido. La universidad requería mejoras muy distintas de las que puso en marcha el Gobierno de Zapatero. De hecho, el PSOE del ministro Gabilondo no hacía otra cosa que asumir un plan de reformas que desde la UE auspiciaba una mayor participación de grandes empresas -especialmente bancos- en el "negocio de la educación", junto con la subordinación de la enseñanza superior a intereses mercantiles. Este proceso ha sido brillantemente estudiado en una tesis doctoral recientemente presentada por Francesco Maniglio en la Universidad de Sevilla.

El PP ha profundizado en la misma filosofía neoliberal y completado gran parte del trabajo. Lamentablemente, hoy está todo prácticamente consumado. Los universitarios hemos fracasado como colectivo en la oposición a estos cambios que generarán un futuro muy oscuro para la mayoría de las universidades públicas. En algunos casos, el problema fue el conformismo o la docilidad ante el poder; en otros, un tosco y provinciano papanatismo ante grandilocuentes y huecas palabras como "convergencia con Europa". Aquello que estaba mal no se ha corregido y lo que estaba bien se encuentra en proceso de demolición. Sólo sobrevivirán un puñado de universidades que por tamaño o financiación serán privilegiadas. Al resto les tocará ser universidades zombis; centros de secundaria bis con una financiación e investigación que menguará, proporcionalmente a la calidad y número de su alumnado. Terminará por expedir títulos de escaso valor.

La universidad es una de las instituciones más rentables para los ciudadanos, ya que devuelve a la sociedad con creces la inversión que se hace en ella. No sólo por la educación que se imparte; la investigación e innovación que se produce genera una dinámica positiva imprescindible en un país donde la inversión privada en I+D es vergonzosa. Uno de los principales problemas de la universidad pública es y ha sido precisamente la financiación. Hablar de excelencia, de clasificaciones internacionales o de calidad se transforma en un insulto a la inteligencia cuando los sucesivos gobiernos son incapaces de poner sobre la mesa un plan económico riguroso y a largo plazo que garantice el futuro de España. Dicen querer adaptarnos a Europa, pero acto seguido no pagan a los Erasmus o los premios a los expedientes más brillantes.

Los estados que más invierten en educación e investigación, a pesar de la crisis financiera, han sido los que más favorecidos han salido de la misma. En bastantes de ellos el coste de las matrículas es cero (Alemania) o cerca (Francia). España no ha dejado de subir tasas y bajar el presupuesto en investigación, frustrando a los universitarios que están y potenciando la salida de los trabajadores más cualificados.

Autonomía y universidad casan mal. ¿Cómo se puede ser autónomo si tu supervivencia presupuestaria depende del consejero de turno? ¿Cómo se puede ser autónomo si te tienes que arrodillar para que te paguen lo que te deben? No importa. Estos mismos políticos irresponsables y sin oficio, pero con cuantiosos beneficios, acudirán al telediario amigo para denunciar que ninguna universidad española está entre las cien primeras, según el ranking de la señorita Pepis que les haya preparado su asesor bien pagado. Esto es como si yo me quejara porque el Algeciras CF no juega la semifinal de la Liga de Campeones con la Balona. Pudiera ganar un partido de Copa al Barça -como hay departamentos españoles punteros en su disciplina-, pero de ahí a jugar en la misma liga hay un trecho que se mide en millones de dólares de inversión.

El plan del 3+2 ahonda en la liquidación de la universidad pública y su burocratización. Amplía dramáticamente la bajada del nivel de la educación universitaria a la que se han importado desafortunadas prácticas pedagógicas que ya erosionaron gravemente la enseñanza primaria y secundaria. Las antiguas licenciaturas pasan a ser diplomaturas. Actualmente mis estudiantes de grado salen de la carrera con una formación peor que la obtenida con la licenciatura. Al limitarlo a tres años, sólo se agudiza este problema. Si este modelo es tan beneficioso, ¿por qué hay carreras como Medicina o Arquitectura exceptuadas del mismo?

Los universitarios cuyos padres tengan el sueldo recortado tendrán que endeudarse con los bancos para pagar las matrículas de másteres, porque las becas serán escasas. Todo un logro ser ciudadano y deudor ex officio o Universia. Se ensancharán aún más las diferencias sociales que un sistema universitario público contenía. Finalmente se expulsará del sistema a carreras con "escasa empleabilidad". El latinista nos mirará de reojo diciendo: A barba stulti discit tonsor.

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