DIRECTO El resultado sobre la consulta de la Feria de Sevilla en directo

DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

COMO era previsible, el resultado de las elecciones andaluzas ha adelantado el tipo de escenario político que va a enmarcar el modelo de gobernanza de muchas de nuestras instituciones (ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno de España), al menos en la próxima legislatura. Un escenario de mayorías relativas y mayor número de partidos en el Parlamento que, como se ha dicho hasta la saciedad, hace más difícil y compleja la formación y la estabilidad de los gobiernos.

El adelanto electoral no ha provocado esta nueva situación, sólo la ha anticipado. Se estaba incubando desde hacía tiempo y afloró meses atrás. Con toda probabilidad, se volverá a repetir en las próximas citas electorales (más allá de ellas ya veremos). Culparlo de ser el responsable de esta situación y criticar o castigar por ello a quien convocó las elecciones sería no entender bien lo que está sucediendo y lo que están pidiendo los ciudadanos.

En efecto, los ciudadanos han ampliado el espectro político de la representación, con la incorporación de dos nuevos partidos al Parlamento, Podemos y Ciudadanos (suman el 23% de los votos y el 22% de los escaños), que quieren traer aires nuevos a la política. También han dado su confianza mayoritaria a opciones políticas de centroizquierda (el 57% de los votos y el 62 % de los escaños, entre PSOE, IU y Podemos, aceptando de éste su propia definición de estar en el centro del tablero político). Dentro de éstas, han dado un apoyo significativamente mayor al PSOE, con una mayoría relativa apreciable, pese a ser el resultado más bajo que ha obtenido desde 1982.

No menos importante ha sido el rechazo que de manera tan contundente han expresado los ciudadanos a la forma de gobernar y a las políticas del Partido Popular, amenazado además por la emergencia en su espacio político de un partido, Ciudadanos, que en buena medida ha crecido a costa de sus propios descontentos.

El electorado ha expresado sus preferencias y espera que los partidos las entiendan y hagan el esfuerzo de ponerse de acuerdo en la forma de satisfacerlas. Difícilmente entenderían que no pudiera formarse gobierno y hubiera que convocar otras elecciones, o que su formación se dilatara de manera innecesaria y perjudicial para la solución de los muchos problemas que tenemos.

En nuestra democracia parlamentaria, cuando ningún partido obtiene mayoría absoluta, los gobiernos se forman según la capacidad de los partidos para obtener el apoyo parlamentario suficiente (mediante el voto afirmativo o la abstención de otros partidos) para su candidato o candidata a la Presidencia (en nuestro caso, mayoría absoluta en primera votación y mayoría simple -esto es, más síes que noes- en las siguientes).

En este sentido, lo único que significa lo de "respetar que gobierne el partido más votado" es simplemente facilitar que éste pueda formar gobierno, sin necesidad de convocar nuevas elecciones, cuando no se pueden formar mayorías alternativas a la del partido más votado. Eso es muy distinto de tratar de imponer que se acepte como norma que gobierne el partido más votado. Eso es ir contra la lógica de la democracia parlamentaria y tratar de acceder al Gobierno por una puerta falsa.

En Andalucía, los partidos, para obtener la mayoría suficiente, tendrán que llegar a acuerdos sobre las medidas a tomar para resolver los no pocos problemas que tenemos. Para ello, todos tendrán que ceder en sus posiciones, no bloquear con posiciones inamovibles las negociaciones y tratar que sus propuestas sean tenidas en cuenta por quien tenga la responsabilidad de gobernar. Una nueva forma de entender y practicar las relaciones entre ellos, mirando a los intereses generales.

Los partidos sopesan con cuidado la posición que van a tomar en la sesión de investidura. Puede influir en los resultados y condicionar su posición en próximas elecciones. Son cautelas que responden más a la táctica y a los intereses de partido que a los intereses generales. Es una actitud que los nuevos partidos calificarían como propia de la "vieja política", la que aleja a los ciudadanos de ella y ha erosionado a los partidos tradicionales. Como todos parecen estar de acuerdo en evitar esos males, todos harían mejor en abandonar esa actitud, si unos quieren ser consecuentes con lo que dicen (los nuevos, sobre todo) y otros evitar que continúe su propio deterioro (los tradicionales, sobre todo).

En este contexto, quien tiene más responsabilidad es el PSOE, que convocó estas elecciones, ha sido el partido más votado y tendrá que gobernar. A él le corresponde ofrecer un programa de gobierno audaz, ambicioso e incluyente para abordar la solución de los problemas estructurales de Andalucía, profundizar en el progreso y bienestar de la sociedad andaluza y renovar la política para erradicar las malas prácticas que la han desprestigiado y alejado de los ciudadanos. Un programa en sintonía con las preferencias de la mayoría de los andaluces, que sirva parar activar a la sociedad andaluza en un esfuerzo por su desarrollo, para garantizar los derechos sociales y para ayudar a los que lo necesiten. Un programa capaz de sumar mediante la negociación la colaboración de otras fuerzas políticas, especialmente las más afines, necesarias para que la legislatura llegue a buen fin.

El Partido Popular está insistiendo en que no apoyará la investidura de la presidenta en funciones, porque ella se lo ha buscado al adelantar las elecciones que han hecho aflorar el pluralismo. Puede que también influya su deseo de hacer realidad aquello de la profecía que se cumple a sí misma. Tanto han insistido en la campaña en que el pacto con Podemos ya estaba hecho, que tienen que ayudar a que así sea. Posibilidad que, por otro lado, forma pate de la realidad andaluza si nos atenemos a las preferencias expresadas por los ciudadanos. Finalmente, puede que influya su tradicional dificultad para establecer una corriente de empatía estable con la mayoría de la sociedad andaluza, como han venido mostrando sus resultados electorales. Esto les debería hacer pensar que insistiendo en no querer y reconocer esa realidad, lo más que pueden esperar de ella es que le siga volviendo la espalda. ¿No le iría mejor cambiar y aprovechar esta oportunidad para probar?

Los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, han tenido un resultado que no les habilita para liderar los importantes cambios y medidas que proponen, pero están en condiciones de influir para que algunos se pongan en marcha. Esta posibilidad es lo realmente importante para la sociedad andaluza. No debería arruinarse por criterios de bloqueo como las "líneas rojas", cuyo calendario de aplicación podrían flexibilizar sin tener que renunciar a ellas.

La profunda herida que ha dejado en IU la ruptura del pacto de gobierno hace comprensible su resistencia a facilitar en lo más mínimo la investidura de la presidenta en funciones, porque es una reacción que hay que entender más allá de un mero cálculo partidario.

En fin, éstos son tiempos nuevos a los que estamos poco acostumbrados y que van a poner a prueba la capacidad de la política y de los políticos para estar a la altura de las circunstancias y hacer del pluralismo oportunidad y virtud y no ingobernabilidad.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios