15 días de mayo

Luis / Sánchez- / Moliní

Los atunes del duque

COMO ocurre en la Feria de Abril, en los últimos días de las campañas electorales suelen aparecer por Sevilla los jefazos de Madrid. Es algo más que una visita al granero de votos de la Bética. Es, sobre todo, el viaje al mítico Sur, la tierra en la que el duque de Montpensier, un político ambicioso y fracasado, creía que aún pervivía el espíritu de la España mágica e irreductible a los valores de la modernidad y la Ilustración. Sólo en estas ciudades de la Baja Andalucía puede uno estar meditando sesudamente su voto y verse envuelto, sin previo aviso, por una nube de volantes, flores, vivas a la Virgen y plata repujada.

Pero el viaje al Sur no sólo tiene una dimensión mítica. También se suele usar para otros fines no siempre confesables, como bien sabían los antiguos conspiradores de la corte de Felipe IV que bajaban a las almadrabas del Golfo de Cádiz "a por atún y a ver al duque" (de Medina-Sidonia) para murmurar traiciones.

Pedro Sánchez vino el miércoles al mitin de Alcalá de Guadaíra (regida por un converso del susanismo a regañadientes) no sólo para apoyar a los candidatos hispalenses (el atún), sino también para escenificar hasta qué punto han cambiado las relaciones de fuerza en el seno del PSOE nacional tras la mediocre campaña realizada por Susana Díaz en las elecciones autonómicas (el duque). El kennedy deTetuánse permitió la calculada grosería de hacer esperar veinte minutos a la Dama de Triana tras estar de paseíto por Dos Hermanas con su alcalde, Francisco Toscano, otro de la vieja guardia que se resiste a los encantos de la actual lideresa socialista.

También pasó por Sevilla Mariano Rajoy, oculto como siempre tras esa impenetrable media sonrisa. Una vez más, el presidente dedicó parte del fuego a esos "partidos nacidos hace un cuarto de hora". El miedo que el PP le tiene a Ciudadanos es evidente. Saben que la aplastante hegemonía de los populares en la derecha española ha tocado a su fin y temen que estas elecciones locales y autonómicas, así como las próximas generales, puedan ser su particular Batalla de Rocroi, donde se selló el fin de la hegemonía de los tercios. Fue cuando la España de Felipe IV hacía aguas y la gente bajaba al Sur a por atún y a ver al duque.

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