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Helena Arriaza

Directos al fracaso

ESTA idea de escribir hoy sobre los programas de televisión que se emiten en directo en nuestro país surgió el lunes pasado, mientras veía Objetivo Eurovisión. El programa fue patético. Si hubiese sido en diferido tampoco hubiese sido una maravilla porque contaba con una serie de factores como los playbacks, el público o el backstage donde se encontraban los familiares de los participantes que lo convertían en un formato de lo más cutre. Pero si lo hubieran grabado con antelación posiblemente se hubieran evitado muchos fallos garrafales. El sonido de las actuaciones estuvo descontrolado, una de las candidatas a representar a España en el Festival se quejó de que su actuación no comenzó como estaba previsto, la presentadora tuvo que repasar en numerosas ocasiones las fichas que tenía en su mano para no perder el hilo, los cantantes no sabían en qué posición tenían que estar en cada momento y la encargada de hablar con los familiares de los participantes estaba más perdida que Anne Igartiburu.

Defiendo las emisiones en directo, tanto en informativos como el programas de entretenimiento. El simple hecho de que los presentadores digan a los espectadores qué hora es, los instantes espontáneos de los presentes en plató, poder tener información actualizada e incluso algún fallo menor de imagen o sonido aportan gracia, calidad y profesionalidad a los programas. Un fallo lo tiene cualquiera pero hay límites que no se pueden pasar. Entre los programas emitidos recientemente en directo y mal destaca el cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Sigo sin explicarme cómo un formato tan simple, con una mesa, tres sillas, un moderador y dos participantes se hizo tan mal desde el punto de vista televisivo. Aunque es un tema doloroso para la cadena pública andaluza es inevitable recordar el fallo cometido en las Campanadas del año pasado al lanzar anuncios en el momento menos oportuno. Ocurrió algo parecido hace unos días durante la emisión del concurso del Carnaval de Cádiz, cuando la presentación de una chirigota fue cortada por un anuncio. Los programas musicales también suelen destacar por su mal directo. Recuerdo que en sus primeros años de emisión Operación Triunfo era aceptable, pero en su última etapa, con Pilar Rubio al frente, no solo fue la presentadora lo que hizo que el programa desapareciera, también fueron culpables los errores del directo. Lo mismo ocurre con La Voz, donde ni los cantantes profesionales se enteran de lo que cantan. Muchas veces los presentadores comenten fallos pero hay que destacar el caso de Beatriz Pérez Aranda (foto), de Canal 24 horas. Presenta en directo pero lo hace de forma extraña, intentando ser espontánea en un formato en el que es mejor limitarse a leer para que se entienda lo que cuentas. A veces por ser formatos demasiado simples, otras por ser complejos, en ocasiones por culpa de fallos humanos y algunas veces por fallos técnicos. Sea por lo que sea lo cierto es que en España hacer un programa en directo es un riesgo que pocos saben llevar al éxito. Esperemos que nuestro país no gane Eurovisión, porque si hubiese que emitirlo en directo desde aquí será un problema que un regalo.

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