ENTRE los efectos especiales, las votaciones y la metedura de pata de TVE el Festival de Eurovisión fue un caos. Tratándose del acontecimiento televisivo del año todos los países tiene que apostar alto con sus propuestas y la organización debe inventar recursos para sorprender. El problema es que cuando se intenta hacer un gran espectáculo el riesgo de convertirlo en un caos es muy alto y Eurovisión pasó ese límite. Desde el punto de vista televisivo la noche del sábado deparó momentos sorprendentes, mareantes e increíbles. Increíbles porque había instantes que resultaban difíciles de asumir. A los cantantes, que hicieron gala de su afán por Disney y los superhéroes, hay que sumar los encargados de dar las votaciones de cada país. El de Islandia apareció con un perro, los de Ucrania parecían la anciana de la fabada y King África, y la australiana parecía sacada de la galaxia. A priori desde el punto de vista estético todo está permitido en Eurovisión, pero hay países que hacen el ridículo.

El mismo ridículo que hizo TVE cuando durante la actuación de los presentadores de la gala metió publicidad y en vez de dividir la pantalla en dos, una con la publicidad y otra con la actuación, la dividió en tres y apenas se pudo disfrutar de uno de los mejores momentos de la noche (foto). Regresó así el espíritu de las Campanadas fallidas de Canal Sur. Menos mal que esa anécdota se quedó en España, al igual que los comentarios de José María Íñigo y su humor británico y su compañera Julia Varela. Aburridos, escuetos, sin gracia. ¿Se imaginan que algún año gana un país no europeo y le toca a España organizar el Festival? Mejor ni pensarlo.

Una de las mejoras de Eurovisión era el intento por mantener la emoción hasta el final, algo que se consiguió con el nuevo sistema de votaciones. Que Ucrania resultase ganadora en el último minuto fue una sorpresa aunque la división de votos de jurado y público provocó confusiones y esperanzas truncadas. Entre los perjudicados, Barei y sus eurofans. Minutos antes de las votaciones la representante española subió a la tercera posición en las casas de apuestas. Cuando terminó la votación del jurado profesional estaba en el puesto 16. Había quien tenía la esperanza de que con los votos del público terminase entre los diez primeros. Ilusos. La caída simulada en su actuación presagió el batacazo que se pegó en la clasificación al recibir solo diez puntos del público. Ni cantar en inglés nos salva de seguir cayendo en la lista. Un año más pasamos con más pena que gloria. Todo lo contrario le ocurrió a Ucrania. Cuando parecía que Australia estaría por encima de toda Europa la representante ucraniana recibió más de trescientos puntos. Al final tanto para nada. Ni Rusia con su espectacular puesta en escena, ni Australia con su gran voz, ni Francia con su representante guapetón. Al final una de las puestas en escena más sencillas, una de las peores vestidas y una de las canciones menos festivalera se alzó con la victoria. Pero así es Eurovisión, un evento para la diversión que no consigue dejar a un lado la política.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios