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Tribuna Económica

gumersindo / Ruiz

Preparándonos para el coche eléctrico

La reciente tendencia automovilística plantea dudas tecnológicas, sobre si éste llegará a ser el única alternativa en el futuro, y cuál es la situación actual andaluza en relación a la estructura de recarga.

HACE unos días tuve ocasión de viajar en un coche que funcionaba exclusivamente con baterías, sin ningún tipo de motor más que cuatro pequeños motores eléctricos en las ruedas; era realmente un ordenador que te llevaba por la calle o por la carretera. La experiencia, muy interesante, lleva a plantear al menos dos cuestiones. La primera es tecnológica, y si este tipo de vehículos será prácticamente la única alternativa en el futuro; y la segunda, cómo está en la actualidad Andalucía en cuanto a infraestructura de recarga.

En cuanto a la primera, cuando investigamos sobre vehículos eléctricos la referencia que aparece es Tesla, el proyecto que surge en Palo Alto, California, de la mano de Elon Musk, y que desarrolla una batería de altísima densidad, que hasta el momento no ha podido ser imitada. Resulta sorprendente la aparición de un nuevo competidor en un mercado tan maduro como el del automóvil, con unas pocas marcas con dominio de mercado -tecnológico, financiero- y apoyo público excepcionales. La presión que sufre Tesla es doble; la más importante, financiera, que va superando por la fe de los inversores en un proyecto que ya ha revolucionado el concepto de automóvil. La caída de sus acciones en bolsa, siendo importante, no es mayor que la que han sufrido algunas de las marcas que cotizan en el mercado, y no impide que hace unos días haya completado con éxito una ampliación de capital de unos 2.000 millones de dólares. Por otra parte, el sector denuncia un modelo de negocio sin concesionarios y que claramente cuestiona el coche convencional; hicimos un cálculo de cuánto costó cargar el 50% de la batería en el viaje de ida, en un parking, y eran 0,34 euros, aproximadamente, para unos 200 kilómetros.

Para Andalucía este tema tiene importancia porque podemos recibir un número considerable de visitantes que vengan en vehículos eléctricos, y que querrán disponer de una red de puntos de carga extensa. El coche que probé es grande y, con cuatro personas, de más rápida aceleración que un coche estándar; tiene una autonomía de casi 400 kilómetros, y carga en 15 minutos con su cargador de fábrica, que se va a dos o tres horas con otros cargadores. En Andalucía hay 137 puntos de carga, 49 en Sevilla, y sólo seis en Almería, Córdoba y Huelva; el número contrasta con los 359 que hay en la comunidad de Madrid, 213 en la de Valencia, y 670 en Cataluña; si lo relacionamos con visitantes, kilómetros de carretera o superficie, nos quedamos muy atrás en esta infraestructura. Además, algunos de estos puntos se instalan y se anuncian pero no funcionan, o no tienen enchufes y cargadores adecuados.

La Agencia Andaluza de Energía debería mantener un programa permanente de apoyo a inversiones en puntos de carga, sobre todo aquéllos que no exigen entrar en un parking para poder cargar, pero también en comunidades grandes de propietarios, con todas las propiedades de telegestión y recarga inteligente que requieren estos vehículos. Lo que hoy puede parecer una excentricidad dentro de poco va a ser algo corriente, y nosotros, que hemos sido pioneros en energías renovables, deberíamos también tomar partido por esta nueva tecnología.

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