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josé Joaquín / león /

El superávit del Alcázar

NO lo pudo visitar Obama, pero el Real Alcázar de Sevilla es una mina de ingresos. Puede que no esté en los mapas todavía, a la espera de que venga algún presidente yanqui (ojalá que no sea Donald Trump), aunque en los planos de la ciudad parece que sí está, a la vista de lo que se ve. En las cuentas que ha dado a conocer el Patronato, con el aval del interventor del Ayuntamiento, se ha acreditado un superávit de tres millones de euros, como consecuencia de más de 1,5 millones de visitas (lo que no está nada mal, antes de Obama), pero lo mejor de todo es que el superávit acumulado del Alcázar es de 11 millones.

Con esto pasa lo mismo que decían antes las cofradías sobre la caridad: que la mano izquierda no se entere de lo que hace la derecha; o al revés, según quien gobierne. A este magnífico resultado hay que darle toda la publicidad que se merece. En estos tiempos de déficits que no se ajustan, ¿dónde se ha visto un superávit? En el Alcázar. Es posible recaudar tres millones más de lo presupuestado. Para que luego digan que el turismo no deja nada en Sevilla; nada más que veladores, quiero decir.

El alcalde Espadas ya ha advertido que esos ingresos son reinvertidos en otros monumentos, como el propio Ayuntamiento, el trianero Castillo de San Jorge, el Antiquarium y otros. Unos tanto y otros tan poco. Aunque el Arzobispado también reinvierte, gracias a los ingresos de la Catedral, resulta que con tres millones de euros prácticamente se podría dar por cubierto el presupuesto de la última fase de Santa Catalina y las obras necesarias en la capillita de San José. Pero cada uno tiene sus cuentas, y en su casa manda él.

Con los monumentos de Sevilla pasa lo mismo que con la sociedad actual: los ricos cada años son más ricos y los pobres cada año son más pobres. Por ejemplo, el Alcázar es cada vez más rico y la capillita de San José es cada vez más pobre. Unos cobran bien cobrado y otros sólo las limosnas que reciben a la salida de misa. Así que los monumentos ricos deberían ser más solidarios con los monumentos pobres. O bien trazar un plan para mejorar la clase media de los monumentos, que todos puedan comer y no los cierren durante 11 años, como si estuvieran desahuciados.

Otra opción sería cambiarle el paseo sevillano a Obama, si viene, y llevarlo a la capillita de San José y a Santa Catalina. Y a las setas, que están de paso. Para que vea que no es oro todo lo que luce en Sevilla.

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