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Tribuna Económica

gumersindo / Ruiz

Polvo en los zapatos

Gumersindo Ruiz cita al inspector de cajas de ahorro Aristóbulo de Juan y a la columnista Sarah O'Connor para defender que los economistas, tanto de parqué como políticos, se aferren a la realidad y no a los datos estadísticos.

HACE muchos años, una persona de gran prestigio, Aristóbulo de Juan, que se ocupaba de la inspección de las cajas de ahorros, me saludó diciendo cuando nos presentaron que al entrar en nuestra entidad se quitaba el polvo de los zapatos. Esta frase enigmática tuvo enseguida una explicación, pues me confesó que en las discusiones habituales sobre si las garantías de un préstamo eran adecuadas, el director de la caja le había advertido que para conocer de verdad lo que vale una finca hay que patearla. "Por eso -dijo- cada vez que vengo aquí a discutir un préstamo sobre una propiedad agrícola, me quito el polvo de los zapatos".

Mi actual columnista favorita, Sarah O'Connor, acaba de publicar un artículo que se titula El mejor economista es el que lleva barro en las suelas de los zapatos; su argumento es que los economistas, pero no sólo ellos sino los políticos y los que llevan empresas de cierta dimensión, siguen la realidad por datos agregados o encuestas, siempre interpretadas por un pequeño grupo afín, que tienen alrededor, pero con poca experiencia personal de las cosas. Es verdad que la información estadística vale más que la anecdótica, pero los datos económicos se utilizan como interesa, y según la expresión algo cínica de Churchill "las estadísticas suficientemente torturadas acaban confesando". No es extraño que la interpretación que se hace de datos de crecimiento, empleo, incremento espectacular del turismo, no se percibe así por la mayoría - la mayoría del total de habitantes de más de 18 años-, que cuando tiene que votar no sigue la lógica del discurso de la recuperación, o no vota. Pero también le ocurre a los que plantean alternativas, que no consiguen conocer a sus posibles votantes.

Es increíble que Gran Bretaña, un ejemplo que pone Sarah O'Connor, con el paro por debajo del 5%, que ha crecido en las últimas décadas en el seno de la Unión Europea, recuperando su papel en el ámbito internacional, y que se considera el centro financiero del mundo en mercados como el de tipos de cambio, o el del oro, vaya a un referéndum y, para sorpresa general, un 52%de los votantes decida irse de la UE. La propia sorpresa indica cómo la política y los negocios desconocen la realidad de que en amplias zonas la gente se considera excluida y, simplemente, no siente la prosperidad de Gran Bretaña en Europa. Lo mismo puede decirse de las interpretaciones que se han hecho de una nueva prosperidad en España, desconocida para millones de españoles. Las dificultades por las que pasan tantos, y los que se han quedado fuera para siempre, sin tener un trabajo que les lleve hacia un progreso personal, aparecen como flashes estadísticos que se extinguen en el firmamento de noticias cotidianas. Para conocerlos hay que ir a zonas donde el paro supera el 20%, donde la economía, basada un tiempo en la construcción y su ilusión efímera, no va a recuperarse, y donde las perspectivas para los jóvenes, con estudios o sin ellos, no son mejores que hace dos años. En fin, creo que quizás yo también debería dedicar más tiempo a conocer la realidad en que vivo y menos a estudiar, analizar y hablar de todas estas cosas.

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