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Cambio de sentido

Carmen Camacho

Pornografías

ÚLTIMAMENTE sólo hablamos de "lo único" -y no me refiero al sexo sino a la crisis del PSOE-. Aun así, en los últimos días, por las rendijas de la actualidad se ha colado una polémica diseñada para promocionar el Salón Erótico de Barcelona, que abre sus puertas esta semana. Se trata de un vídeo, intitulado Patria y protagonizado por la actriz porno Amarna Miller, en el que la crítica sociopolítica -a la corrupción, la tauromaquia, los desahucios, la pederastia en la Iglesia…-, libre y legítima, expresada en palabras e imágenes impactantes, se pone al servicio de los intereses particulares y muy lucrativos de este evento patrocinado por prostíbulos Apricots, "tu marca del puterío" -reza en su Twitter-. Aplausos y cates han llovido por doquier. Misión cumplida: tenemos escándalo. Al lío se suma que la UGT ha denunciado al Salón por querer emplear a voluntarios "que quieran desarrollar una función social". Sin comentarios.

Al revuelo de estos picos pardos surgen no pocas cuestiones de fondo. El mercado extremo del sexo y el porno se ha sofisticado en una amplia gama de productos. Se venden imaginarios prefabricados, prácticas rebautizadas en inglés, fetiches de serie, lubricidades on line, quitapenas de látex. No obstante, tal variedad y profusión remite a un solo modelo predominante de sexualidad humana: sexo como juego de violencia y violación, sumisión y dominación a partes desiguales, genitalidad, cosificación, acrobacia, espectáculo audiovisual, penetrabilidad, fatiguitas, ideal de cuerpos mondados y recauchutados, estridencia y muy poquita alegría. Se normalizan los modos de hacer sexo, y son éstos. Que los detenidos por la violación múltiple en los pasados Sanfermines se grabaran en acción remite a fantasías audiovisuales construidas desde el porno actual.

En la sociedad hipersexualizada en que vivimos, quizá estas palabras suenen pacatas y gazmoñas. Qué se le va a hacer. Intuyo que las personas maduras pasan de películas, pero mucha gente joven que no encuentra respuestas en su casa o en las aulas halla en este porno su única fuente de aprendizaje sexual. Así nos va. Nunca llegamos vírgenes al primer encuentro: con culpa o con daño, y con el amor hecho antes de hacerlo, en ocasiones necesitamos revisarnos para regresar mejores, o al menos más libres, a los gozos. Otro erotismo y otras pornografías han sido y serán posibles. Desde las actuales debieran pensárselo antes de dar lecciones. Que no está la cosa pa farolillos.

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