Alo mejor me meto a contramano y estoy seguro de que nado a contracorriente, pero a mí esto del himno nacional me deja indiferente. Constato que no me afecta. No el himno, que es el que es y ya está, sino que alguien haya creído detectar la necesidad de dotarlo de una letra, sólo porque algunos deportistas digan que les gustaría poder cantarlo en las competiciones y en los podios.

Las letras de los himnos corresponden a coyunturas históricas que poco tienen que ver con el mundo globalizado y transfronterizo hacia el que caminamos. Normalmente exaltan hechos de guerra, victoriosos o no, en que las naciones se han visto envueltos. Como tales, vienen preñados de violencia y sangre. El francés o el catalán, por ejemplo, son particularmente violentos. Tienen la ventaja de que los pueblos respectivos los han hecho suyos, generación tras generación, y quitarlos a estas alturas provocaría frustración y aire de derrota identitaria.

En España, por diversas circunstancias, el himno nacional ha llegado a nuestros días sin letra que le acompañe. ¿Hace falta inventarle una a estas alturas? El Comité Olímpico Español y la sociedad que gestiona los derechos de autor han creído que sí y han convocado un concurso público para elegir una letra, elección que ha hecho un respetable jurado entre los 2.000 proyectos recibidos. El texto designado lo compuso un parado manchego residente en Alcobendas. El día 21 lo estrenará Plácido Domingo, aunque le han chafado la sorpresa con una filtración periodística.

Naturalmente era impensable que en 2008 le pusieran al himno una letra belicosa y exaltada. La letra ganadora es una reivindicación modosita de la España plural. Manda cantar todos juntos "con distinta voz y un solo corazón" y amar a la patria "pues sabe abrazar, bajo su cielo azul, pueblos en libertad". Unidad en la diversidad, Estado plurinacional, autonomías que conviven en armonía y libremente. Más que el himno de España va a ser el himno de las Españas. Ningún himno conocido sigue tan al pie de la letra -nunca mejor dicho- los cánones de la corrección política. Parece que lo han hecho para no molestar a los nacionalistas. Obviamente, ya se han molestado.

Es extraño que un organismo deportivo y una entidad privada se arroguen la facultad de organizar este proceso. Por lo visto, piensan recoger firmas para presentar la letra electa como iniciativa legislativa popular, a fin de que las Cortes la hagan suya y, por tanto, oficial. Menos mal. A los escépticos en materia de letra del himno nos vendrá bien la idea porque, tal como están las cosas, pasará mucho tiempo antes de que una letra, cualquier letra, pueda ser aprobada por consenso en el Congreso y en el Senado.

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