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EL inicio de las obras de reurbanización y la posterior peatonalización de la calle Asunción, una de las vías más simbólicas del barrio de Los Remedios, ha provocado las protestas de algunos de los residentes y, sobre todo, de una parte del tejido comercial radicado en la zona. A pesar de que el proyecto oficial se presentó hace casi un año, y de que en su día fue también barajado por gobiernos municipales de signo político distinto al actual, el comienzo de los trabajos ha hecho aflorar cierto malestar. Los comerciantes, siguiendo el ejemplo de los industriales del casco histórico que se han visto afectados por proyectos similares, han comenzado una campaña para oponerse a la peatonalización bajo el argumento de que, al igual que ocurrió en República Argentina y en Virgen de Luján, el cambio urbanístico que se persigue perjudicará a sus negocios, tocados por la crisis económica. Esta posición es en líneas generales la misma que el comercio tradicional esgrime (con mayor o menor vehemencia) cada vez que el Ayuntamiento impulsa iniciativas de este tipo. Un somero repaso a los antecedentes existentes (Tetuán, O'Donnell o enclaves tan importantes como la Avenida de la Constitución) demuestran que el resultado final de dichos procesos casi siempre ha sido para mejorar: los locales comerciales se revalorizan y, en general, la zona peatonalizada atrae a mucho más público. No hay pues motivo para creer que en el caso de Asunción no ocurrirá lo mismo. Más bien al contrario: la renovación de la calle dotará a los vecinos de Los Remedios de un gran paseo comercial mucho más equipado y racional. Bien es cierto que el Consistorio debería hacer un esfuerzo para consensuar con residentes y comerciantes el diseño final de la calle, de manera que el resultado de la reforma redunde aún más en su favor, aunque esta actitud (que debe ser permanente, incluso a pesar de su oposición) resulta muy complicada cuando los sectores implicados insisten en negar la mayor. Esto es: los evidentes beneficios de la propia peatonalización. El gobierno local, en todo caso, haría bien en insistir en la vía del diálogo y, sobre todo, en ejecutar las obras de forma ejemplar (en tiempo, plazo y con calidad) para dejar sin argumentos a los críticos y, al tiempo, evitar que los daños colaterales de dicha reforma sean excesivos.

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