ENDEREZA su marcha el Betis y eso es motivo para el contento, que no hay mal que cien años dure y, menos aún, cuerpo capaz de resistirlo. Y eso que el cuerpo del bético parece hecho de material indestructible, que hay que ver cómo aguanta y cómo se dobla pero sin llegar a quebrarse. Decía que el Betis, incombustible Real Betis Balompié, parece enderezar su trayectoria después de aquel sofocón copero y del tropiezo alicantino. Dos motivos de disgusto aunque el omnímodo manijero que lo maneja lo achacase a que el equipo jugó en inferioridad numérica, que tampoco es mala excusa por muy corto que sea el trapío del rival de turno.

Han sido dos los golpes consecutivos que el Betis dio en la mesa y, por cierto, bastante contundentes ante dos de los equipos con más fuste, y pedigrí, de la categoría. Y en este reajuste verdiblanco se erige en principalísima la figura de Pavone, del mil veces cuestionado Mariano Pavone cuando el Betis vivía un piso más arriba en esta casa del fútbol patrio. Reconozco que, aunque no el más virulento, fui crítico con el argentino. No le veía con el dinamismo y la punta de velocidad mínima que se exige en Primera División. La diferencia entre categorías viene signada por la velocidad, siempre una más según se va subiendo la escalera y como esa escalera se bajó...

Lleva un puñado de asistencias el argentino y también algunos goles, por lo que no cabe la menor duda de que estamos ante el artífice principal de la pegada descomunal que muestra el Betis en este tiempo liguero. Y es motivo de satisfacción, sobre todo porque ha sido capaz de darle la vuelta a la moneda. Ya era hora de que hubiese algún motivo de satisfacción para el bético, para ese ciudadano que nunca se explicará por qué un club con tanto potencial humano, con tantos recursos de los que echar mano, vive donde vive. Ojalá esto no sea flor de un día y pueda el bético retomar las ganas de vivir gracias a un equipo que haga en la hierba lo que no se hace en los despachos.