LAS EMPINADAS CUESTAS

Amparo Rubiales

Propagandista

UN amigo periodista me dijo que mis artículos eran propagandísticos; también yo me planteo: ¿por qué siempre tengo que escribir sobre cosas de mujeres? Expliqué, en mi primera colaboración, cuál era la razón del genérico título de los mismos; se lo debo alpresidente Griñán, que escribió en el prologo de mi libro Una mujer de mujeres que "los caminos más habituales para nosotros, los más cotidianos, han sido para ellas empinadas cuestas"; luego convinimos que éstas todavía siguen existiendo.

En ocasiones pienso que es una limitación autoimpuesta. Sé de más cosas: soy doctora en Derecho, profesora de la Universidad de Sevilla, y he ocupado muchos cargos públicos, de muy diferente naturaleza, por los años que tengo, la suerte, y también algo, supongo, por el esfuerzo realizado.

Sin embargo, jamás me he dedicado, profesionalmente, a los asuntos relacionados con el género, solo nací mujer, y, a veces, me entran ganas de escribir también sobre la crisis económica, el caso Gürtel, el premio Nobel de Obama o sobre cosas que son de actualidad.

¿Por qué no lo hago? ¿Por qué no soy una articulista al uso? Pues sencillamente porque cuando miro esta misma página en la que escribo, o las páginas de cualquier otro periódico, todas están llenas de artículos que hablan de los problemas que "interesan al mundo", y ¿quién escribe de las discriminaciones que diariamente sufren las mujeres? Sólo, esporádicamente, hay algún comentario cuando ocurre un grave suceso, sobre todo de violencia de género, o una noticia muy mediática, pero de lo que les pasa cotidianamente a las mujeres no escribe casi nadie.

Por ejemplo, no se han comentado las recientes declaraciones de una "terapeuta familiar"(Laura Gutman) que, con motivo de la Semana mundial de la lactancia materna, ha afirmado: "un niño que bebe leche materna será un adulto generoso y altruista,"; será cuestión de investigar si Hitler, Stalin o Franco -y tantos otros- fueron o no amamantados, quizás fuera el biberón el culpable de sus maldades, y añade que Unicef recomienda dos años de leche materna, pero lo ideal son los siete años, como ocurría en las sociedades primitivas... Estas son cosas de "las talibanes de la teta", que no tienen otro objetivo que crear mala conciencia a las mujeres que no pueden amamantar a sus hijos y que quieren que vuelvan al hogar del que nunca debían haber salido.

Porque pasan estas cosas, y muchas más, y no es habitual escribir de ellas, es por lo que he decidido, voluntariamente, ser propagandista de la igualdad, y no una articulista más. Limitaciones personales al margen.

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