DESPERDICIABA el Betis una bala más por una repetición de los errores que lleva cometiendo durante todo el curso. ¿Cuántos han sido ya los partidos en que el equipo bético regaló una de sus partes? En Balaídos fue la primera para estar a merced de un equipo que parecía impulsado por queroseno mientras él daba la impresión de moverse mediante gas oil. Llegando tarde en cada balón dividido y una falta de solidez defensiva que hacen que el ascenso se vea ahora como una misión muy complicada. ¿Es de recibo la falta de vigilancia en un córner del jugador céltico que marcó el gol, quién tenía que marcarlo?

Con esa fragilidad defensiva resulta complicado conseguir el único objetivo del curso, volver a la categoría natural, a esa categoría que el Betis perdió hace casi un año. Haciendo agua por los flancos y sin solvencia por el corazón de la línea, con un centrocampismo lento e impreciso, sólo la calidad arriba mantiene vivo a este Betis. Emana fue nuevamente decisivo, como Pereira, y ahora llega la negra nueva de la lesión de Sergio García. Hasta hace poco se llegó a pensar que quizá podría el Betis tener los deberes medio enjaretados cuando Emana se fuese con Camerún. Ahora no parece posible y, por si fuera poco, tampoco podrá contar con Sergio García.

Decía Víctor a la terminación que hubiese preferido perder el partido antes que a Sergio y tiene razón, pues del empate a la derrota no hay mucho y no contar con el catalán cuando se tenga que aclarar la bulla que hay por el ascenso puede ser fatal. Fue un paso atrás el del Betis en esta jornada, el pelotón de cabeza, en el que permanece, se puebla por momentos hasta convertirse en una bulla intransitable y regalando como regala un partido sí y otro también resultará difícil que las cosas salgan como es debido. Desde que el fútbol es fútbol se sabe que un equipo sin cimientos es como un castillo de naipes. Y, por si fuera poco, sin Emana y Sergio para el sprint definitivo.