PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Educación para la Tecnología

EN los centros educativos sevillanos se debate sobre dos movilidades: la supresión del uso de los telefónos móviles por parte de los alumnos (e incluso su decomiso momentáneo), y adónde se envía a los que destrozan el ambiente en las aulas y el sistema nervioso de los profesores. Si convenimos que los jóvenes cargan poco las pilas en clase, porque es incompatible el chip que le han instalado fuera de los colegios con las baterías que les reportan dentro los profesores, habrá que reforzar en su formación una experiencia de ida y vuelta: Educación para la Tecnología y que interioricen el buen uso de aparatos que redunden en su sapiencia.

Tiene sentido la prohibición de la movilmanía durante el horario lectivo. Pero el verdadero reto educativo no puede limitarse a que mantengan cierta atención en clase, sino a enseñar a los niños y adolescentes cómo vivir al otro lado de los muros colegiales, cuando sean ellos, sin los padres delante, quienes tengan que autocontrolarse en el manejo y consumo del móvil, el mp3 e internet.

Un colegio tan admirado y pretendido como el Claret alerta en una circular a todos los padres del uso que se está haciendo de los móviles y de internet dentro del centro, "vertiendo insultos, amenazas y expresiones soeces". La circular del Claret podría expedirse en todos los colegios, públicos, concertados y privados, sean laicos o católicos. Ninguno de estos modelos es un dique impermeable a los malos hábitos con la tecnología, a la indisciplina para estudiar y a la quiebra de la convivencia. Todos comparten el mismo entorno, sitiados por un modelo de sociedad hiperconsumista que es en sí mismo un campus de formación permanente en falta de respeto al prójimo, alienante uso de las tecnologías, mal gusto y mofa hacia el que no es como los demás.

Son herramientas indisociables a nuestra vida cotidiana. Pero conviene aprender la conveniencia de estar en ciertos momentos con apagón digital para que el cerebro desarrolle todas sus capacidades. Corremos el riesgo de reconvertirlo en mera papelera de reciclaje.

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