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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Desde el fénix

José Ramón Del Río

Yo no voy

HE recibido la invitación de los secretarios generales de los sindicatos CCOO y UGT, señores Fernández Toxo y Méndez, para sumarme a la huelga general que han convocado para el próximo 29 de septiembre. Faltan aún seis días, pero como mi próximo artículo se publicará (D.M.) al día siguiente de la huelga, tengo que aprovechar este artículo para acusar recibo y contestar la invitación. No me han invitado porque yo sea afiliado a uno de esos dos sindicatos, que no lo soy, ni tampoco por ser un trabajador, que lo sigo siendo, aunque haya superado con creces cualquier edad de jubilación. Me invitan a la huelga por ser abuelo y me proponen que ese día "descanse de mis tareas en el cuidado de los nietos y deje de cuidarles, sumándome así a la huelga en un gesto simbólico". Está constatado por el Imserso y por la Sociedad Española de Geriatría que la jornada laboral de los abuelos, en el cuidado de sus nietos, es, de media, seis horas diarias y que ellos suplen una grave carencia de servicios públicos.

No voy a aceptar la invitación porque no comprendo en qué se favorece la huelga general si los abuelos se sublevan contra sus hijos, no ocupándose de sus nietos. ¿Es que pretenden que fracase la huelga por la ausencia en la manifestación de tantos padres de familia, obligados a quedarse en casa para cuidar de sus hijos? ¿O es que pretenden aumentar al máximo los inconvenientes que implican para los ciudadanos una huelga general, incorporando a las criaturas y demás menores de edad, que en ese día ni recibirán el biberón, ni se les cambiará de pañales, ni se les llevará al colegio? Coincido con ellos en que la huelga de los abuelos, consistente en no ocuparse de sus nietos, dará a la convocatoria un éxito inusitado, porque al colapso de unas ciudades sin transporte público y comercios cerrados, sea por la voluntad de los huelguistas o por la de los piquetes informativos, se unirá el que provoquen las miles de criaturas abandonadas a su suerte, para la mayor gloria de los dirigentes sindicales.

Los que sí trabajarán ese día serán esos dirigentes sindicales. Con ropa y calzado deportivo, encabezarán las manifestaciones, arengarán a las masas, coreando eslóganes y pronunciarán un vibrante discurso, con continuas referencias a los causantes de la situación, que provoca la huelga, es decir: los empresarios, la banca y el clero, y mientras tanto, en todo el territorio nacional, se oirán llantos de las criaturas que tienen hambre o están molestos porque no se les cambia de pañales. Por eso, ese día, adonde iré es a casa de mis nietos, a cuidarlos, y prometo que no me cansaré de ellos en el tiempo habitual de media hora.

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