Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Alborán

S Í, están ofreciendo unos reportajes sustanciosos y entretenidos, sin caer en morbos gratuitos o visiones interesadas. 75 Minutos recorría este martes los puntos más remotos de Andalucía: ese Gibraltar que quiere tener los chollos británicos y las esencias cañís mientras mantienen sus trastiendas oscuras, entre monos saltimbanquis; o esa venta Casa Pepe, el extremo en el extremo de Despeñaperros, que es un museo nostálgico, folclórico, y bien remunerado, del franquismo. Sus símbolos ya no dan miedo. Ni siquiera desdén. En Casa Pepe hay mucho Franco y sobrevuelan las águilas, pero estar allí es como visitar la sala de trofeos empolvados del Real Unión de Irún.

Toñi Moreno, zalamera pero sin las estridencias de gente como Samanta Villar, se embarcó rumbo a la isla de Alborán, esa tortuga gigante que se da importancia en los mapas del tiempo y cuya visita fue una suculenta curiosidad en esta última entrega de 75 Minutos. La dotación del ejército que custodia la estratégica ballena varada, que sufre unos rigores meteorológicos imposibles, presentaba un universo digno de Gran Hermano. En Alborán, donde los vientos impiden que crezcan los árboles, se cuece un reality de enclaustrados, que durante 21 días se convierten en auténticos robinsones, con días enteros encerrados en el edificio principal por el clima. Y casi todos son andaluces. A los de Telecinco se les vuelven los ojos sólo con pensar que pudieran poner allí unas cámaras.

Toñi y su equipo se encargan de quitar hierros y gravedades a sus asuntos. La intención es aproximarse a los temas y personajes. Si Canal Sur quiere lucier programas cercanos en prime time, ahí tienen uno de sus mejores ejemplos, aunque a veces no tenga índices de delirio. Pero, ojo, a la gente se le está olvidando dónde tiene a La Nuestra en el mando.

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