París es sinónimo de moda. Ciudad de la luz y de la creación de tendencias en la que los diseñadores dan rienda suelta a su creatividad hasta en sus líneas prêt-à-porter para convertirse en el centro de todas las miradas. Más de noventa desfiles en los que se han dado a conocer las propuestas que inundarán las calles de la próxima temporada primavera-verano. Una línea que no sigue un camino concreto y que hace un guiño a todos los estilos.

De la elegancia y feminidad de firmas como Hermes, Givenchy o Dior hasta las estridencias de Jean Paul Gaultier, Yssey Miyake o Tom Ford. La reinterpretación del smoking femenino gana puntos de la mano de firmas como Balmin, y se mide con los vestidos más sensuales, como los que Amaya Arzuaga ha subido a la pasarela. Casas de moda que miran al futuro, como Dior, y otras que diseña con sus patrones más básicos, como Chanel. En la Semana de la Moda de París, última parada del periplo más fashion del prêt-à-porter, se ha visto casi de todo aunque con una idea en común: Con minimalismo o excentricidades, lo único y más importante es sorprender.

El debut de Raf Simons para Dior y el de Hedi Slimane para Saint Laurent se han convertido en dos momentos clave de esta semana, aunque el primero con más acierto que la segunda. Simons ha sido aplaudido por su capacidad para reinventar y mirar al futuro mientras que Slimane no ha convencido con su colección envuelta en misterio en la que los sombreros  fueron protagonista. En general, los colores sobrios, con el negro a la cabeza, se imponen mientras que los colores vivos propios de la temporada de calor y los estampados pierden fuerza, a excepción de firmas como Chanel, que rinde homenaje a los geométricos, o Stella McCartney. En cuanto a tendencia, además de la fusión del estilo femenino con el masculino, ganan las prendas  oversize. Chloé y Rochas son dos de las marcas que confían en ellos. Una mujer urbana y arriesgada para el día a día que opta por la sencillez y delicadeza para la noche.