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Un anciano mata a su yerno en la puerta del ambulatorio

  • Una disputa por una herencia pudo ser el origen del disparo El homicida fue detenido por la Guardia Civil

Al mediodía de ayer, Manuel Polinario Díaz, de 87 años, esperó a su yerno, Joaquín Ferrera González, de 65, en la puerta del centro de salud de Casariche. Llevaba una escopeta de caza oculta en un carrito de la compra. Cuando el yerno salió del médico, sacó el arma y le descerrajó un disparo casi a quemarropa, a menos de medio metro de distancia. Los proyectiles impactaron en el pecho de Joaquín Ferrera, que cayó malherido en los soportales de acceso al consultorio. La víctima iba acompañada de su mujer, hija del autor del tiro.

El estruendo del disparo hizo salir a los médicos del centro de salud, que trataron de reanimar y estabilizar al herido. Ante la gravedad de la situación, solicitaron un helicóptero medicalizado para que lo trasladara al Hospital Virgen del Rocío. Una UVI móvil llevó a Joaquín Ferrera hasta el campo de fútbol del municipio, a un kilómetro de distancia, para que el helicóptero pudiese aterrizar sin problemas. Mientras esperaban la llegada de la aeronave, el paciente falleció. Era poco más de la una de la tarde, menos de una hora después del disparo efectuado presuntamente por su yerno. La llamada de alerta al servicio de emergencias 112 se hizo sobre las 12:20 y la defunción se certificó a las 13:12.

No sólo fueron los médicos quienes oyeron el tiro. También lo escuchó el sargento de la Guardia Civil responsable del puesto de Casariche, que estaba en su despacho del cuartel, situado casi pared con pared con el centro de salud. Una dotación de guardias civiles salieron de las dependencias alertados por el ruido del disparo y vieron a Manuel Polinario empuñando la escopeta y a su yerno agonizante y siendo atendido por los médicos. Los agentes detuvieron al presunto agresor, que no opuso ninguna resistencia a su arresto, e intervinieron el arma homicida.

Minutos más tarde, agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Casariche impidieron el acceso al campo de fútbol para que ni la prensa ni los curiosos pudieran presenciar el levantamiento del cadáver de Joaquín Ferrera. El cuerpo estuvo aproximadamente dos horas y media más en el estadio y su levantamiento se produjo sobre las cuatro menos cuarto. Los restos mortales de este hombre fueron trasladados al departamento de Medicina Legal de Sevilla, donde se le practicará la autopsia en las próximas horas.

Algunos de los testigos del suceso relataron ayer a este periódico que apenas hubo discusión entre el presunto homicida y su yerno. Ambas personas estaban enfrentadas desde tiempo atrás por unas rencillas familiares que podrían estar relacionadas con una herencia. No era la primera vez que Manuel Polinario trataba de agredir a la víctima y, de hecho, hasta mayo de 2013 el presunto homicida tenía una orden de alejamiento que le impedía acercarse a su yerno y a su hija. Polinario permanece detenido en el cuartel de la Guardia Civil, que investiga ahora el origen de la escopeta de caza, de la que su dueño no tenía licencia.

Tanto el agresor como la víctima estaban jubilados. Ambos son de Casariche y han vivido toda su vida en este pequeño municipio de la Sierra Sur de Sevilla, cuya población no llega a los 6.000 habitantes. La víctima deja mujer y dos hijos, que fueron informados de lo ocurrido minutos después de los hechos e incluso se desplazaron desde Sevilla capital, donde residen, hasta el estadio en el que permanecía el cadáver de su padre. Joaquín Ferrera era una persona muy conocida en Casariche porque regentó durante años un quiosco de prensa y una tienda.

Tres horas después del disparo apenas quedaba huella de lo ocurrido en el escenario del crimen. Sólo el contorno de unas manchas de sangre en el suelo revelaba el lugar exacto en el que cayó malherido Joaquín Ferrera. "Lo han limpiado todo muy bien", decía María Jesús Larrubia, vecina de una casa situada frente al ambulatorio. "Escuché el tiro, pero no pude imaginar lo que era. Pensé que había sido algún niño que se había caído con la bicicleta o algo así, pero jamás un disparo", asegura esta vecina, que sólo conocía de vista al agresor y a la víctima. "Apenas tengo trato con ellos. Sí sé que la mujer de Manuel está mala y que él era quien se encargaba un poco de todo, de atenderla y de comprar las medicinas".

El alcalde de Casariche, Basilio Carrión, explicó que los vecinos están muy consternados porque un suceso así no se recuerda en este lugar. "Esto es un pueblo muy tranquilo, en el que nunca pasa nada, y un suceso como éste no refleja para nada la realidad de Casariche. Sabíamos que habían tenido rencillas, que había episodios anteriores de riñas y de llevarse mal, pero nunca podíamos pensar que este hombre tuviera hoy un ataque de locura para disparar a su yerno en la puerta del centro de salud", apuntó el alcalde.

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