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Sevilla

Un hipopótamo gigante en el Guadalquivir

  • Investidadores de la Hispalense encuentran en La Rinconada restos del que hasta ahora se considera el hipopótamo más grande que habitó la Península Ibérica.

Hipopótamos, elefantes y uros corriendo por amplias llanuras... No es la sabana africana, sino la ribera del Guadalquivir hace cientos de miles de años, en el Pleistoceno Medio (780.000 a.C.-120.000 a.C), cuando lo que hoy es la provincia de Sevilla era un refugio para los grandes herbívoros que huían de la glaciación que asolaba el norte de Europa.

De aquella fauna aún afloran pequeños trozos, fragmentos que permiten a los paleontólogos reconstruir un pasado tan exótico como cierto. Precisamente, miembros del grupo de investigación de Geografía Física Aplicada y Patrimonio de la Universidad de Sevilla acaban de realizar un descubrimiento fascinante en una finca ubicada en el término municipal de La Rinconada: trozos de un canino inferior derecho y otro del inferior izquierdo que pertenecieron a un hipopótamo que fue mucho mayor que los que aún pueblan las grandes cuencas fluviales africanas. "Los caninos de los hipopótamos actuales tienen un ancho de entre 4,5 y 5 centímetros, mientras que el que hemos encontrado tiene un ancho de 9,5 centímetros, casi el doble", asegura Rafael Baena, director de un equipo que también está compuesto por José Juan Fernández Caro, Inmaculada Guerrero Amador y José Carlos Posada Simeón. "Estamos ante los restos del ejemplar de hipopótamo más grande jamás encontrado en la Península Ibérica y el cuarto más o menos de Europa".

La dimensión de este diente es tal que los investigadores de la Hispalense no descartan que perteneciese a un hippopotamusantiquus, una especie que tenía un tamaño muy superior al hipopótamo actual y que habitó en Europa durante el Pleistoceno, extinguiéndose antes de la última glaciación, hace unos 600.000 años. "Sin embargo, no podemos decirlo con rotundidad. Necesitaríamos encontrar más restos óseos. Lo curioso es que, de confirmarse que es un antiquus, significaría que el ejemplar habitó en la provincia de Sevilla cuando la especie ya había desaparecido de otras zonas de Europa, ya que los restos datan de hace unos 450.000 años", asegura Rafael Baena.

Pero no sólo se han encontrado estos restos. En la Hacienda la Cabaña, lugar del descubrimiento, han aparecido también una cadera, un fémur y varias vértebras de elefantes, así como otros restos de caballos y uros, una especie de toro de gran tamaño ya extinguida cuyo último ejemplar murió en un bosque de Polonia en el siglo XVII. "Es muy interesante, porque hemos encontrado, además, muchos restos de industria lítica del periodo achelense, lo que nos dibuja un paisaje en el que el Homo Erectus compartía su vida con estos grandes herbívoros". En total son más de 750 piezas entre hachas, bifaces, raederas, etcétera.

El paisaje de entonces era muy diferente. Además del aspecto "asabanado" que presentaba el campo, el río Guadalquivir, que se ubicaba más al este, a una altura de 26 metros sobre el mar, "era mucho más ancho, por lo menos tres veces más, que en la actualidad. Eso sí, tenía menos profundidad".

Estos descubrimientos han sido posibles gracias a los cortes estatigráficos producidos en los terrenos de la finca durante la extracción de áridos destinados a la construcción. De hecho, y esto también es bastante sorprendente, la investigación ha sido financiada por el grupo Ansan. Promociones y construcciones. Angulo Sanchez S. A. y la Hacienda Retamar.

El grupo de investigación de la Hispalense coordinado por Baena se dedica, sobre todo, al desarrollo de nuevas técnicas para la evaluación y diagnóstico del medio físico y patrimonio; a la aplicación de los conocimientos científicos de la Geografía física al medio ambiente y al patrimonio; y al estudio de la evolución y procesos geomorfológicos, con especial atención a los sistemas fluviales, entre otros temas.

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