Once y media de la mañana. Calle Cuatro de Diciembre, barrio de la Alcarrachela, Écija. En la puerta de la nueva comisaría de la Policía Nacional esperan las autoridades locales y regionales junto a un grupo de invitados. Aguardan al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, cuya entrada en Écija se avisa por megafonía. Al sol hace calor. En la acera de enfrente, a la sombra, junto a unos bloques de nueva construcción cuyos bajos comerciales aún están por hacer, forman decenas de policías. Una banda de música de la Policía traída expresamente de Madrid se prepara para interpretar la primera marcha cuando Fernández Díaz se baja del coche oficial y pasa revista a la tropa.

La calle está cortada al tráfico. En una esquina la Policía Local impide el paso. En la otra la gente que sale de un supermercado Mercadona se acerca a mirar qué pasa. Algunos se quedan. En mitad del asfalto, presidiendo la escena, se erige sobre una pequeña mesa forrada de terciopelo azul la estatua del Santo Ángel Custodio, patrón del cuerpo. Junto a ella, el cura que bendecirá el nuevo edificio y el diácono de la Policía. El calor aprieta. Las autoridades se colocan, el jefe de la comisaría manda firmes. Algún periodista llega tarde porque en el barrio es día de mercadillo y, entre eso y el corte de varias calles, es casi imposible aparcar. Algunos patrulleros y el camión de la unidad de Caballería se han tenido que ir a aparcar al solar que los clientes del mercadillo utilizan como parking. Arranca el acto, que tiene un punto castrense y religioso que hacía años que no se estilaba en la Policía Nacional. Claro que también hacía años que no se inauguraba una comisaría en Sevilla.

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, suelta el titular de esta crónica nada más empezar su discurso. La de Écija es la comisaría más eficaz de España, la que mejores resultados ha obtenido de todo el país. Los 66 funcionarios que trabajan en ella consiguieron rebajar los índices de delincuencia en un 18% el año pasado y subieron la eficacia policial en un 2,5%, lo que sitúa a este grupo de policías a la cabeza del ranking de comisarías locales.

El director recuerda cómo se comportaron estos agentes en las inundaciones de hace un par de años, o cómo organizaron un festival benéfico para las mujeres víctimas de los malos tratos. Gestos que hacen ganar el orgullo de los ciudadanos. Y eso que trabajaban en unas instalaciones que no eran las más idóneas, por utilizar el discurso oficial.

El de Écija es, insiste Cosidó, uno de los términos municipales más grandes de España, con una extensión que roza los 1.000 kilómetros cuadrados y cientos de cortijos y fincas que vigilar, además del casco urbano. Todo ello con una dotación de personal insuficiente, según denunciaron este jueves los representantes del Sindicato Unificado de Policía (SUP) que asistieron al acto. Faltan nueve agentes para cubrir el catálogo, que ya de por sí asigna a Écija un número bajo de policías. El SUP ha solicitado una revisión del mismo.

Al sol el calor empieza a ser ya insoportable. El ministro se dirige al atril y comienza su discurso dando la enhorabuena a los agentes por los resultados obtenidos. Apenas ha dicho tres frases cuando el grito angustiado de una mujer lo interrumpe. "!!Ay, mi padre, mi padre!! ¡¡Papá!!". Un hombre ha sufrido una lipotimia tras casi media hora al sol. Es uno de los invitados, el padre de una funcionaria de la comisaría. El hombre ha perdido el conocimiento, se ha caído y se ha hecho una herida en la cabeza, por la que sangra. El alcalde de Écija, Ricardo Gil-Toresano, médico de profesión, le atiende. Fernández Díaz sigue su discurso y destaca la mejora que suponen estas instalaciones. Al herido se lo llevan en un coche para que sea atendido en el hospital. El propio ministro informará a la prensa después de que está bien.

Concluye el acto con el homenaje a los caídos, con La muerte no es el final y con un sentido Viva España. Fernández Díaz atiende a los medios pero sólo admite tres preguntas porque se marcha a Córdoba a otro acto. Oleguer Pujol, Acebes y la valla de Melilla acaparan el escaso tiempo. La comisaría empieza a funcionar y ya hay quien se acerca a renovar su documentación o a presentar una denuncia. En el solar que hace de párking permanece aún una grúa de obra. Hasta apenas una hora antes de la llegada del ministro han estado los obreros terminando la comisaría.