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Muere el policía que recibió una brutal paliza en el Metro hace dos años

  • Jesús Oliveros, de 38 años y destinado en la Policía Autonómica, falleció en una clínica de Sevilla el pasado 30 de diciembre

El policía que recibió una paliza en una estación de Metro de San Juan de Aznalfarache hace aproximadamente dos años falleció el pasado 30 de diciembre en un centro hospitalario de Sevilla. Después de aquella agresión, al agente le detectaron un tumor en el cerebro que le ha causado finalmente la muerte.

El agente, Jesús Javier Oliveros Cordones, tenía 38 años y estaba destinado en la sección de escoltas de la unidad de la Policía Nacional adscrita a la Junta de Andalucía, que se conoce popularmente como Policía Autonómica. En este grupo trabajaba habitualmente en las labores de protección de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, que incluso se desplazó a la clínica la misma noche de la muerte para mostrar sus condolencias a los familiares del policía fallecido.

Este agente, a quien todos en el cuerpo conocían como Jesuli, era hijo del que fuera alcalde histórico de Gelves, Ángel Oliveros, que ocupó este cargo entre los años 1979 y 1999. Llevaba años en la Policía Autonómica, donde antes de formar parte de los escoltas estuvo en la sección operativa de reacción y seguridad, un grupo que se conoce con el nombre de los Lubina. Antes estuvo destinado en Fuerteventura, donde fue reconocido por salvar varias vidas de inmigrantes que llegaron en pateras.

Hace aproximadamente dos años, estando fuera de servicio, el agente salía de la estación de Metro de San Juan cuando vio que había un grupo de jóvenes que estaban empujando a los pasajeros en las escaleras mécánicas de la estación. Eran cinco jóvenes, todos ellos delincuentes conocidos de San Juan. El policía les recriminó su actitud y fue agredido por los delincuentes, que lo lanzaron escaleras abajo y le propinaron numerosas patadas en la cabeza.

La intervención de los vigilantes de seguridad del Metro salvó en aquel momento la vida del policía. La paliza fue grabada por las cámaras de seguridad, lo que ayudó a la identificación de los delincuentes, que fueron detenidos y aún están a la espera de juicio por lo ocurrido.

Sólo 15 días antes de morir, cuando ya su situación era prácticamente irreversible, le confesó a un compañero que lo que más le dolía era no haber podido encontrar el cuerpo de Marta del Castillo. Jesús Javier Oliveros formó parte del dispositivo de búsqueda de la adolescente, que tenía su sede en Puerto Gelves, y estuvo durante varias semanas a bordo de una moto náutica dando batidas por el río.

Su muerte deja una profunda huella en la Policía. A su entierro, el último día de 2014, acudieron 22 agentes vestidos de gala, así como un grupo de moteros al que pertenecía. Su féretro fue portado por una cuadrilla de costaleros. Oliveros era costalero del Cristo de Burgos, entre otras cofradías, y hermano y nazareno del Gran Poder. Algunos compañeros le han escrito cartas en las que lo describen como "un gran policía, de los que aman el uniforme, profesional hasta el último aliento".

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