Previsión El tiempo en Sevilla para este Viernes Santo

Provincia

El vino francés más caro huele a Pruna

  • La mitad de los residentes en Pruna viajan este año a las campiñas francesas Los beneficios por trabajar en las viñas rondan los 1.100 o 1.500 euros

Silencio en las calles de Pruna, como si de un duelo en una película del Oeste se tratase. Un pueblo casi fantasma, pues sus habitantes se han ido y no precisamente a la playa. Desde hace más de cuarenta años, lleva produciéndose cada verano un curioso fenómeno en este municipio, sus calles se vacían. Los pruneños van a trabajar a Francia, a sus viñas. Una férrea amistad entre los jornaleros sevillanos y los empresarios franceses de Médoc. Temporeros que repiten año tras año como si fuera una tradición. Tal es la fama de éstos en la destreza de la recogida que "son los propios franceses quienes acuden anualmente a esta localidad para ofertarles empleo", según comenta el teniente de alcalde de la localidad, Pascual Fernández.

"Desde que nací he presenciado este éxodo todos los años", recuerda el teniente de alcalde.

El proceso para trabajar allí es bien por los jefes de cuadrilla de los municipios (los empresarios franceses contactan con éstos para informarles y enviarles los contratos) o bien por las ofertas que salen en páginas web francesas de empleo como las de Pôle-emploi o Anefa. Cuando se producen vacantes o bajas son cubiertas por nuevas personas del entorno de la cuadrilla como familiares y amigos cercanos o conocidos.

Un empleo que a la mayoría de los pruneños les viene como anillo al dedo pues la crisis que sufre el pueblo hace que el porcentaje de vecinos que viajan en verano a las campiñas francesas aumente en un 20%, en comparación con el año anterior.

Desde finales de julio hasta principios de octubre más de la mitad de los vecinos de Pruna, alrededor de 800, han ido e irán para traer a la vuelta de las fechas estivales un buen dinero con el que poder aguantar los próximos meses. El salario mínimo interprofesional (SMI) que allí reciben (9,61euros/hora) es un 40% más que lo pagado en los campos españoles, alrededor de los cinco o seis euros, lo que supone un gran atractivo para ir, pues en 15 días trabajados pueden ganar alrededor de 1.100 o 1.500 euros (incluyendo horas extras). Además, cuentan con subsidios familiares, por lo que el SMI puede llegar a superar los 15 euros por hora trabajada. Según Antonio Vera, temporero de hace más de 45 años, "las jornadas suelen ser de ocho horas extensibles hasta diez y cualquier hora extra que se eche, se paga".

Según Aurora Martínez, miembro de la Federación Agroalimentaria de Comisiones Obreras, "el 80% de las personas que acuden este año a las campiñas francesas son personas mayores de treinta años con estudios primarios y sin conocimientos de otros idiomas". Estudiantes universitarios y hasta menores de edad (se realiza un contrato especial con menos horas) son el otro 20% del perfil de las personas que allí se dirigen en busca del capital suficiente con el que poder financiar sus estudios. "La crisis golpeó duramente al pueblo", explica la concejal de Empleo de Pruna, Dolores Ponce, "en verano no hay ni un alma por las calles, el pueblo se queda vacío".

Y no es de extrañar pues cada vez es más frecuente encontrarse en los campos franceses el acento andaluz, ya que más del 75% de los españoles (15.000) que viajan al país vecino para trabajar en la uva son andaluces (11.250). Sevilla es una de las provincias andaluzas que más jornaleros envía (1.000).

Una vez que llegan se le asigna una parcela a cada cuadrilla (8 o 10 personas) para que los jefes de cuadrilla organicen a sus hombres como él prefiera, ya que no todas las parcelas tienen la uva lo suficientemente madura para su recogida. A la hora de comer los jornaleros cuentan con un comedor común donde pueden hacer la comida con los alimentos comprados por ellos o bien pueden consumir lo que los empresarios franceses preparan. "El trato que tienen los empresarios hacia nosotros es excelente, ya casi somos como una familia", comenta Vera. Para amenizar los días, éste jefe de cuadrilla dice que "sus hombres juegan a la petanca en los tiempos de descanso para sacudirse el fatigado sudor y relajarse aunque tan sólo sea un rato".

Al término de la jornada, cuando se disponen a contraer el merecido sueño, se acuestan en grandes habitaciones privadas que son asignadas a cada una de las familias para mayor privacidad. "A veces también se llevan a los hijos pequeños si no tienen con quién quedarse en el pueblo", asegura Vera. "Se quedan jugando en las habitaciones durante el día mientras los padres trabajan". Tanta ha sido la tradición en este pueblo que las personas mayores que ya han ido en temporadas anteriores, y que actualmente ya no pueden, reciben una pequeña ayuda económica.

No es extraño que confíen en los pruneños. Son éstos que con su maestría forman las piezas fundamentales de una lujosa compañía donde elaboran uno de los morapios más famoso del mundo, el Château Montrose. La botella más asequible de esta compañía ronda los 320 euros mientras que la más cara los 3.000. Podría decirse que uno de los vinos franceses más caro tiene olor a Pruna.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios