DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Visita a la base militar

Míster Carter en Morón

  • El jefe del Pentágono y el ministro de Defensa presencian una maniobra conjunta en la base que se convertirá en el centro de operaciones de los marines para sus misiones en África.

La base aérea de Morón de la Frontera se ve casi desde Alcalá de Guadaíra en mitad de la noche. Los potentes reflectores de las instalaciones militares iluminan el cielo y le dan un aspecto casi paranormal, como si hubiera aterrizado un OVNI en mitad del campo. Llama la atención la cantidad de coches que llegan al control de acceso. Cientos de vehículos pasan la garita donde la Policía Militar monta guardia. La prensa aguarda en el aparcamiento de la entrada. Amanece lentamente. Hace fresco, cinco o seis grados menos que en la capital.

Perros especializados en la detección de explosivos examinan los equipos de los reporteros y fotógrafos. Un autobús recoge a los periodistas, pese a que alguno intenta colarse con su coche asegurando que habló antes con "alguien de la base". El teniente del Ejército del Aire que acompaña a la prensa se pone serio: "Tendría que haber hablado conmigo y no ha sido así". El informador deja de intentarlo. Colarse con su vehículo el día que el secretario de Defensa de EEUU, Ashton Carter, y el ministro de Defensa español, Pedro Morenés, visitan las instalaciones no parece la mejor idea.

El autobús de la prensa parte y no hay ni rastro de todos esos trabajadores y soldados que entraron poco antes con sus coches. Las calles están vacías. No hay tráfico ni peatones. La base es inmensa. Morón será el centro de operaciones de referencia para las misiones de los marines en África, después de que los gobiernos español y estadounidense renovasen, el pasado mes de julio, el Convenio Bilateral de Defensa entre ambos países. Tendrá un despliegue permanente de más de 2.000 militares estadounidenses, que puede incrementarse en momentos puntuales hasta los 3.000. Terreno hay para muchos más, desde luego.

A lo lejos despega un Eurofighter. El cazabombardero eleva el morro en un par de segundos y toma altura rápido. Vuela elegante sobre la base. El autobús llega hasta la zona del Grupo 22, la unidad encuadrada en el Ala 11 del Ejército del Aire que se encarga de las patrullas marítimas. Actualmente están destacados en dos misiones internacionales: una en Yibuti, para luchar contra las piratas en el Océano Índico; y otra en Sicilia, dentro de la misión de la Unión Europea para el rescate de inmigrantes en el Mediterráneo.

Será en la sede del Grupo 22 donde se lleve a cabo el ejercicio que presenciarán Carter y Morenés. A lo lejos, en el aire, se divisan tres aviones. Los tres son americanos, un Hércules y dos V-22 Osprey. Son los que harán la maniobra, que consistirá en una simulación de reabastecimiento en vuelo y un posterior despliegue de los marines americanos y de la infantería de marina española. Es decir, el Hércules desplegará dos mangueras para simular que surte de combustible en pleno vuelo a los dos Osprey. En uno de ellos irán tropas estadounidenses y en el otro españolas. Pero eso será cuando lleguen las autoridades. Mientras, toca esperar en el cielo.

Llega el avión del ministro y minutos después el Jumbo del jefe del Pentágono, procedentes de la base de Torrejón de Ardoz. Ambos mandatarios coincidieron el lunes en Madrid, donde Carter habló de Siria, le dio un tirón de orejas a Rusia, de la que dijo que echaba "gasolina al fuego" del conflicto sirio, y garantizó una investigación "completa y transparente" sobre el bombardeo de un hospital de Médicos Sin Fronteras en Kunduz (Afganistán), que causó 22 muertos. También dijo que "España es un ejemplo en la OTAN" y uno de "los aliados más fuertes" que EEUU tiene en Europa.

Tanto habló en Madrid que en Morón no hubo comparecencia ante la prensa. "Verá el ejercicio y luego se reunirá con sus tropas. No habrá declaraciones", advierte el servicio de prensa, mientras llega la comitiva del ministro de Defensa. Poco después aparecen los coches que traen a los responsables del Pentágono. La comitiva de vehículos blindados recuerda a alguna escena de la serie Homeland, aunque esta vez se desarrolla en territorio amigo.

Carter baja del coche y saluda a Morenés. El ministro español, de traje, impecable. Su homólogo americano calza unas botas de trekking, un pantalón chino y una chaqueta deportiva abierta hasta la mitad del pecho. Arranca la exhibición en el aire. Los Osprey, con esa forma tan peculiar que les hace parecer drones gigantes, y que les permite aterrizar y despegar en vertical, regresan a la base tras simular el repostaje en vuelo. Las hélices agitan la hierba y de ella salen, asustadas, varias liebres. Mentalmente suena la Cabalgata de las Walkirias. No huele a napalm, pero sí a queroseno. De las aeronaves salen soldados que se acercan a la carrera, fusil en mano. El teniente Oñate y un oficial americano saludan al ministro y al jefe del Pentágono. Les dan las novedades. Presencian la escena el Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire (JEMA), el general Francisco Javier García Arnáiz, y el coronel jefe de la base, Carlos Ysasi Ysasmendi. Españoles y americanos charlan amigablemente y bromean. El ejercicio ha terminado.

Un Hércules, con las mangueras desplegadas, para abastecer a un V-22 Osprey.

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