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Enrique baltanás. poeta y profesor jubilado

"Los Machado eran la tercera España, pero no pudieron huir como Juan Ramón"

  • Sus aportaciones al estudio de la obra y vida de los hermanos Machado han sido importantes para aportar claridad a unos autores tan mitificados como, algunas veces, incomprendidos.

El plumilla conoció a Enrique Baltanás en la antigua redacción de la revista Mercurio, en la Cuesta del Rosario. Quizás le traicione la memoria, pero el aspecto de este poeta y profesor de Literatura apenas ha cambiado en estos catorce años. Es probable que tenga los hombros un poco más cargados, pero persisten su cráneo rapado y brillante de monje budista, su perilla apenas sombreada y la mirada inconfundible de los tímidos. Como poeta, Enrique Baltanás milita en lo que Luis Alberto de Cuenca ha definido como la poesía de "línea clara" en un claro homenaje a Hergé y su principal criatura (ya lo dijo el madrileño en un verso: "Sálvanos, Tintín, que nos atacan"). Compañero de quinta e intereses literarios de los también sevillanos Abelardo Linares y Javier Salvago, cree que la poesía ha de escribirse "para que se entienda: sujeto, verbo y predicado", y, tal como afirma en uno de sus poemas, sólo aspira a que su obra entone al solitario lector como "un poco de whisky en una tarde fría del invierno". Últimamente, declara, su obra se ha vuelto más filosófica y meditativa. Como investigador de la literatura ha dedicado sus esfuerzos principales al estudio de los Machado con dos obras importantes: Los Machado: una familia, dos siglos de cultura en España (Fundación Lara) y La obra común de los Hermanos Machado (Renacimiento).

-Los espectros de Antonio y Manuel Machado tuvieron que cargar durante una época con el sambenito de las dos Españas. Alguno, incluso, se llegaba a identificar con uno u otro poeta según su tendencia ideológica.

-Ese antagonismo era absolutamente falso. Durante toda su vida los dos hermanos fueron íntimos amigos, colaboraron juntos en el teatro y, sobre todo, eran confidentes. Por ejemplo, Manuel conocía perfectamente la relación que había entre su hermano y Pilar de Valderrama, algo que ignoraban sus otros tres hermanos, José, Joaquín y Francisco.

-Pero es cierto que cada uno se alineó muy claramente en uno de los dos bandos.

-Eso fue por casualidad. A Manuel le cogió el 18 de julio en el bando de los sublevados y declaró a un periódico francés que aquello era una militarada más que pasaría rápido. Aquello le supuso el estar unos días en la cárcel de Burgos hasta que, no se sabe por qué, lo liberan.... ¿Quizás intervino su prima monja? ¿Quizás alguien se dio cuenta de que no había ningún motivo para tenerlo en la cárcel? Se afilió a la Falange... Al igual que Baroja, dijo: "Aquí lo que se acostumbre".

-¿Y Antonio?

-Le pasó algo similar. Se conoce muy poco un episodio que cuenta en sus memorias el editor Ruiz Castillo: Antonio Machado fue detenido por una patrulla de milicianos y pasó un día en la checa. Lo liberaron gracias a un amigo socialista. Los Machado eran unos liberales que representaban la tercera España, pero no pudieron huir como Juan Ramón Jiménez, que era amigo de Azaña.

-Manuel debió llevar como una pesada losa la muerte de su madre y su hermano en Colliure.

-Nada más enterarse, pidió permiso, fue al cementerio de Colliure y pasó allí unas horas. Imagino que lo llevaría como una herida, pero de eso nunca habló. En todas las familias españolas las cosas que habían pasado durante la guerra eran un tema tabú. Nadie hablaba de ello.

-Durante el 75 aniversario de la muerte del poeta, su tumba se convirtió en una especie de altar laico donde más de un político fue a retratarse entre velas y banderas republicanas.

-Fue un intento de acaparamiento y de manipulación política. Quieren ubicar a Machado en un campo en el que yo dudo que él hubiese estado.

-Pero él fue un republicano convencido...

-Sí, pero me refiero al campo del Frente Popular. Hubo un momento en el que la República ya no existía. Hoy se sigue hablando de Machado, pero muy interesadamente, para arrimar el agua al molino. A la derecha ya no le interesa, porque, en general, no le interesa la cultura, y la izquierda sigue intentando sacar rédito de su figura.

-Durante el tardofranquismo y la Transición, Antonio Machado era omnipresente y se convirtió en una especie de santón laico. Sin embargo, y como usted ha señalado en alguna ocasión, hoy en día sería un personaje políticamente incorrecto.

-Totalmente. Hay algunas afirmaciones suyas que no se quieren tener en cuenta... Habla contra el deporte, contra el voto femenino, contra el estatuto catalán... Hoy estaría indignado con el 9-N.

-Y más allá de estos anacronismos, ¿cree que es correcta hoy la lectura moral que se suele hacer de su obra?

-Yo creo que sí. Lo más importante de Machado es su poesía y su prosa moral. Toda poesía verdadera implica una filosofía y una moral y Machado elaboró un pensamiento muy original e interesante. Lo que pasa es que el Machado más popular, el más conocido por el gran público, es el que divulgó Serrat... Y, claro, hoy Serrat está ya de recogida...

-Antonio Machado también ha sido víctima de la habitual mala leche española... Esas medias sonrisas maliciosas hablando de su amor hacia Leonor, ciertos comentarios sobre su excesiva bonhomía... Voces de vecindonas que retratan a un país.

-Sobre Machado hay muchos misterios que averiguar. Uno es el de su vida sentimental: no se le conoce ningún amorío, ninguna relación, anterior a Leonor, quien tenía 13 años cuando se conocieron, aunque esperaron a que cumpliese los 15 para casarse. Su noche de bodas los mozos le hicieron una cencerrada, una mofa que se le hacía a los viudos o personas maduras cuando se casaban con una moza... Para él fue un calvario, uno de los días más duros. Francamente, creo que Machado no tuvo vida amorosa anterior a Leonor, porque era muy tímido y no se atrevía con las mujeres. Otro misterio es la relación con sus hermanos, con los que, exceptuando Manuel, no tenía apenas confianza. También es raro el que se conserven las cartas de Machado a distintos corresponsales como Unamuno u Ortega, pero no la correspondencia que esas personas le enviaron a Machado. ¿No la archivó? ¿La quemó? ¿Se perdió?

-Ya ha salido el nombre de Pilar de Valderrama, el segundo gran amor de Machado. Algunos niegan que se corresponda con la Guiomar de los textos del poeta.

-Yo creo que es innegable esta correspondencia. Primero está el parecido entre los dos nombres Guiomar-Pilar. Después es importante el que Guiomar era el nombre de la mujer de Jorge Manrique y Pilar Valderrama tenía unas tierras en el pueblo de éste... Los poemas a Guiomar son de amor y, en esta época, Machado no estaba enamorado de otra persona que de Pilar Valderrama.

-Volvemos a la mala baba carpetovetónica. Está el lugar común de que Valderrama era una mujer esnob, mala poeta, que se ligó a Machado para presumir de autor prestigioso en el bote...

-Acaba de salir un libro, Valderrama. El rescate de la diosa, de José María Luque y María Dolores Ramírez, donde se pone en evidencia que Valderrama era una mujer avanzada para su tiempo, del grupo de Zenobia y María de Maeztu, miembro de la Academia Hispanoamericana de Cádiz... Es decir, que se codeaba con muchos autores y no necesitaba a Machado para su carrera literaria. Además, lo de mala poeta es un auténtico tópico. Yo no lo veo así. Considero que es una autora digna y que, en todo caso, es mejor que Concha Méndez y otras poetisas del 27.

-De Machado siempre se destaca su castellanismo. Sin embargo, casi nunca se señala el aroma y el color andaluz que tienen muchos de sus poemas.

-Sí, desde luego. Juan Ramón Jiménez le reprochaba que se había echado a perder al castellanizarse. Campos de Castilla es para mí el peor libro de Machado... Su visión del campo, del hombre malo que tala los árboles, Castilla sin cantos ni canciones, desierta... Es una visión estereotipada. La realidad es que Castilla no es así. Claro, hay que tener en cuenta que entonces existía el tópico literario de las ciudades muertas que habían quedado varadas en el tiempo. A Machado Castilla le sirve como un símbolo de España, porque era la región que, como decía Ortega, había hecho y deshecho España. Sin duda, lo mejor que hay en Campos de Castilla es la serie que dedica a la muerte de Leonor.

-Pasemos a Manuel Machado, una especie de antípodas de su hermano Antonio.

-Lo curioso es que Manuel Machado ha tenido más influencia en la poesía realizada en los últimos años que su hermano Antonio. Estoy pensando en poetas como Jaime Gil de Biedma, Javier Salvago, el primer Carlos Marzal... El lenguaje de El mal poema, su ironía, su humor, ha influido mucho. La personalidad de Manuel es tan contradictoria como la de su hermano. Es un hombre extrovertido al que se le conocen incontables amoríos, muy apegado a Sevilla, un versificador de primer orden, un repentista al que se le encargaba un soneto y lo escribía en diez minutos. Tiene mucha poesía de circunstancia, pero alguna es para descubrirse, como aquel poema que dedicó a Alejandro Sawa cuando murió: "Jamás hombre más nacido / para el placer, fue al dolor / más derecho". Impresionante. Manolo Machado era un poeta de muchas capas: el folclorista, el irónico, el de la mala vida... Fue un donjuán que en un momento dado se cayó del caballo, se casó con su prima sevillana y se convirtió en otro hombre.

-Muchos de sus lectores actuales todavía no se lo perdonan y le reprochan a su mujer, la paciente Eulalia Cáceres, el haberlo malogrado como poeta. Está claro que la culpable es ella.

-[Risas] Sí, la culpa siempre la tienen las mujeres. Es innegable que ella, una católica muy fiel a Manuel que lo esperó como novia durante años, tuvo una gran influencia sobre él, sobre todo en su religiosidad final.

-Sobre esta religiosidad final estoy recordando un poema de Vicente Tortajada en el que un Manuel Machado viejo y con mal aliento mueve los labios en misa como si rezase pero, en realidad, recita a Horacio.

-Nadie puede entrar en la conciencia de los otros, pero ese poema es una licencia de Vicente, quien sí que era un auténtico librepensador. Lo cierto es que parece claro que la conversión de Manuel Machado se acentuó en los últimos años de su vida y eso se nota en su poesía. Es una evolución muy normal cuando uno se acerca a la muerte, cuando se tiene la constancia de que el próximo paso es la tumba... Esas cosas hay que pensarlas. Él murió confesado y lo enterraron con el hábito franciscano... No creo que estuviese representando una farsa.

-Tanto Antonio como Manuel no surgieron por generación espontánea. Su abuelo, Antonio Machado Núñez, nombre con el que van a bautizar la nueva biblioteca general de la Universidad de Sevilla, fue uno de los introductores del darwinismo en España.

-Sí, él era un hombre muy avanzado en el campo científico, concretamente en Geología, disciplina en la que comenzó a desarrollarse el evolucionismo debido a la observación de los sedimentos, los volcanes, los fósiles, la continua transformación. Políticamente fue republicano federal y estuvo implicado en la revolución de 1868 y hasta en la Restauración. Tuvo una intensa actividad política: fue gobernador y alcalde de Sevilla, rector... Con el regreso de los Borbones siguió conspirando, pero ya nunca más volvió a tener brillo.

-Para cerrar la saga me gustaría que hablásemos del padre de los poetas: Antonio Machado y Álvarez, Demófilo. Por cierto, hay versiones diferentes de por qué vivió con su familia en el Palacio de Dueñas, unas dicen que era administrador de los Duques de Alba, otras que un simple inquilino...

-Demófilo y su familia vivieron en muchos sitios de Sevilla: por el Museo, frente a la Magdalena... La etapa en la que habitaron en Dueñas fue, sencillamente, porque los duques alquilaban habitaciones en la planta baja a familias de clase media. Sobre Demófilo me gustaría decir algo que refleja muy bien cómo le ha marcado a Andalucía el tópico de la pereza. En una carta afirma que él, de orígenes gallegos, tiene de andaluz muy poco, sólo la pereza. ¡Eso lo decía una persona cuyas obras completas ocupaban tres tomos y además era abogado, periodista y tenía una fábrica de jabón!

-Ya sabe usted que aquí está muy mal visto presumir de trabajador.

-Sí, como decía Ortega, los andaluces no es que no trabajen, es que les avergüenza decir que trabajan.

-¿El archiconocido patio donde madura el limonero es Dueñas?

-Sí, probablemente. Aunque un poco es también todos los patios que él conoció, porque entonces, en Sevilla, todas las casas tenían patio, aunque no todas podían tener un limonero.

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