Que nadie piense que el Betis va a ser ese equipo que juegue bien pero no gane partidos. Que a nadie le recuerde este equipo al de, por ejemplo, Paco Chaparro hace tres temporadas, ese conjunto que no halló resultados pese a su atrevida y ortodoxa propuesta. Este Betis es otra cosa. Perdió ayer porque el fútbol a veces es caprichoso y porque se medía a un gigante que además supo abusar en la segunda mitad de esos kilómetros de más de que goza en estos instantes.

Pero el salto lo ha dado el equipo de Pepe Mel sin miedo alguno. Ha superado el listón. Con sus señas de identidad y seguro que con el firme convencimiento de que su fútbol acabará por llevarlo a buen puerto no más asomen la chispa y la velocidad. La puesta en escena del Betis nos retrotrajo a ese equipo mandón de la temporada pasada. Con apenas tres futbolistas nuevos en sus filas, los hombres de Pepe Mel fueron una calcomanía de ese once con gusto por el balón y el toque que maravillase en Segunda División.

La diferencia es que enfrente tenía al mejor equipo francés en los últimos años, un Olympique de Marsella reforzado con Alou Diarra y Amalfitano que esta temporada disputará la Champions como subcampeón galo. Pues este gran equipo que adiestra Deschamps se tuvo que limitar a observar cómo Beñat, Salva Sevilla, Emana y hasta Iriney tocaban y tocaban con facilidad hasta llegar a los dominios de Mandanda.

La pieza que le otorgó velocidad y ritmo al fútbol verdiblanco en los últimos metros fue Jefferson Montero, pero el ecuatoriano a la media hora se vino un tanto abajo quizá por el exceso de trabajo, lo que derivó también a que incluso Valbuena apretase algo a Nacho por esa banda izquierda.

Pero siempre fue el Betis el que dispuso y propuso. El Marsella, con un 4-1-4-1 con las líneas muy juntas y la zaga adelantada, trató de dificultar la circulación de balón verdiblanca, pero rara vez lo consiguió. El Betis, empero, sí presionó arriba y obligó a su rival a pegar pelotazos y tratar de llegar arriba en algún contraataque aislado que frenaron el oficio de Dorado y la velocidad y sentido de la anticipación de Mario.

El Betis, que se ordenó en un falso 4-3-3 con Salva Sevilla partiendo de la derecha pero siempre tendiendo adentro, sólo echó en falta días. Los franceses, con dos semanas más de rodaje, no sufrieron excesivas dificultades en los últimos metros, donde el plomo propio de las fechas se apoderó de las piernas de Emana y Rubén Castro, quienes a otras alturas del curso a buen seguro que habrían traducido en goles el apabullante dominio bético.

En la reanudación, el Betis comenzó bien con el aporte de Matilla, pero vio pronto perforada su meta y, tras ello, decidió Mel mover el olivo y de golpe introdujo ocho cambios, al punto de que el Betis tardó mucho en componerse y sólo la viveza de Jonathan Pereira pudo conducirlo al empate en alguna jugada aislada o en una falta lanzada por el canterano Álex Martínez que desvió la barrera cuando parecía imposible de alcanzar para Mandanda. No fue así, pero gustaron el Betis y su propuesta inicial.

Marsella: Mandanda; Fanni (Azpilicueta, 66'), Diawara (Nkolou, 75'), M'Bia (Kabore, 75'), Morel (Sabo, 84'); Diarra; Valbuena (J. Ayew, 56'), Amalfitano (Lucho González, 75'), Cheyrou; A. Ayew; y Remy (Omrami, 84').

Betis: Casto (Adrián, 59'); Chica (Isidoro, 48'), Mario (Juan Calahorro, 59'), Dorado (Amaya, 59'), Nacho (Álex Martínez, 59'); Iriney (Matilla, 46') (Damián, 83'), Beñat (Cañas, 59'), Salva Sevilla (Vadillo, 59'); Emana (Jonathan Pereira, 59'), Jefferson Montero (Momo, 46') (Sergio, 79'); y Rubén Castro (Jorge Molina, 59').

Gol: 1-0 (54') Valbuena.

Árbitro: Ennjimi (francés). Amonestó a Mario e Isidoro.

Incidencias: Segundo partido del torneo de Bayona, disputado en el estadio Jean Deuger ante unos 3.000 espectadores. En el anterior, el Udinese venció al Girondins de Burdeos por 1-3. Di Natale y Doubai pusieron 0-2 al equipo italiano, Diabaté acortó distancias, pero Vydra colocó el resultado definitivo de penalti.