Real Sociedad - Betis · La Crónica

A medias con Beñat (1-1)

  • Con la salida al césped del vasco el Betis lleva el partido a su terreno y Rubén Castro iguala el gol inicial de Vela. El primer empate lejos de Heliópolis acerca todavía más la permanencia.

Dos Betis bien diferentes comparecieron en Anoeta, lo que indica la justicia del resultado, pese a las ocasiones sobre la bocina en ambos bandos que bien podrían haber desequilibrado el encuentro. Y es que el novedoso once que Mel colocó de inicio no se asentó mal sobre el terreno de juego, pero su lentitud e impericia para ganar metros en ataque lo fue acogotando a la vez que acrecentó a una Real que dispone de mejores elementos para atacar que para otra cosa. Salva Sevilla desperdició la enésima oportunidad de los últimos tiempos, a pesar de que Mel lo aguantó sobre el césped más minutos de los que se ganó e incluso cuando su cambio ya estaba decidido, con un Beñat listo en la banda, llegó el gol realista, fruto de ese dominio al que el juego bético lo invitó. La entrada del vasco no sólo mejoró la capacidad combinativa del Betis sino que reactivó a otros como Santa Cruz o Rubén Castro, desaparecidos hasta ese momento. El punto repartió justicia y, sobre todo, acerca a ambos al objetivo de la permanencia, algo imprescindible a estas alturas de la temporada, pese a los gritos pidiendo la dimisión de Montanier con los que finalizó el partido.

Anunció Pepe Mel que refrescaría el equipo y lo hizo tanto por obligación, con la entrada de Chica, como por prevención, con Iriney por Beñat o Amaya por Dorado, como también por un movimiento táctico, al colocar a Salva Sevilla en lugar de Jonathan Pereira, regresando a ése 4-4-2 asimétrico que ya utilizó en buena parte de la temporada. Santa Cruz, que llegó a San Sebastián entre algodones, dio el visto bueno en el entrenamiento de la mañana, por lo que Mel mantuvo a una pareja de delanteros en buena racha, como la formada por el paraguayo y Rubén Castro.

Si el técnico verdiblanco colocó hasta cuatro cambios en el once, Montanier sorprendió dejando a Xabi Prieto en el banquillo, aunque poco después se encontraría la explicación. Y es que, ahora mismo, la tripleta formada por Griezmann, Zurutuza y Vela, que juegan por detrás de Agirretxe, le otorgan un enorme dinamismo a la Real, con Elustondo e Illaramendi barriendo cualquier problema. Y es que el conjunto donostiarra sí puede presumir de cantera. El Betis, que pregona que en esta filosofía está su futuro, podría tomar nota de su rival, que ayer juntó hasta nueve canteranos en el once y demostraron estar capacitados para competir en Primera.

Con todo, el encuentro comenzó con un invitado esperado pero igual de incómodo. La lluvia, que había cesado dos horas antes del partido, reapareció instantes antes y, además, con una tremenda fuerza en ese primer cuarto de hora. De hecho, la única ocasión de gol bética llegó tras un resbalón de Ansotegi que aprovechó Jefferson para lanzar una de sus habituales carreras. Su asistencia final, perfecta en esta ocasión, la desaprovechó Rubén Castro, que se encontró con el guante izquierdo de Zubikarai en su remate por bajo.

Sería lo único del Betis en ataque, que luego sufrió de lo lindo con los arreones de la Real, que dispuso de hasta tres ocasiones de gol y, sobre todo, con un penalti tras unas manos de Cañas que Fabricio despejaría a Agirretxe.

La previsible bronca de Mel y el cambio táctico que colocó a Salva por el centro no alteró el patrón de juego, pese a un posible penalti sobre Rubén Castro. Cuando el técnico verdiblanco ya se había decidido a mover el banquillo llegó el gol realista, en una rápida acción de Vela, que combinó con Agirretxe para rematar a placer el pase de éste. Mel, quien ya tenía a Beñat en la banda, también reclutó a filas a Pereira, y la entrada de ambos reactivó al Betis, que comenzó a parecerse a su mejor versión. Tras varios amagos, sería un impresionante eslalon de Jefferson, imparable para los rivales que le salieron al paso, el que desequilibraría el partido. Su buen pase interior no sería desaprovechado esta vez por Rubén Castro.

La Real, que notó el cansancio de su doble pivote, se fue echando atrás e incluso la grada de Anoeta se puso nerviosa al comprobar cómo el partido había virado al son de Beñat. Incluso el Betis pudo obtener un rédito mayor si Mateu Lahoz, al que la grada local no le perdona su arbitraje en el último derbi vasco, no se hubiera hecho el loco en una entrada sobre Jonathan Pereira, cuando éste se disponía a controlar el balón para plantarse ante Zubikarai.

Si algún equipo hacía méritos en los minutos finales para llevarse los tres puntos era el Betis, que tuvo la victoria en un remate de Santa Cruz a bocajarro que de nuevo abortó el meta local. Pero, las cosas del fútbol, la última oportunidad llevó el sello realista, en un cabezazo de Ansotegi que se estrelló en el poste. Y es que, como si se de impartir justicia se tratase, ni la Real, por su mejor arranque, ni el Betis, por su capacidad de reacción, merecieron perder un partido que los acerca a la salvación.

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