Copa del rey

Al son del fútbol de Matilla y Kadir (2-0)

  • La calidad y constancia del toledano y el desborde y precisión del francés bastaron para doblegar a un voluntarioso Llagostera en apenas diez minutos. La primera parte, soporífera, finalizó con pitos de la grada.

El Betis salvó con oficio y merced a la superior calidad de sus futbolistas un partido que asomaba con mucho veneno en sus intestinos y que, por adobarse además de su carácter de eliminatoria única, podría haber desembocado en una tremenda crisis cuando su deambular no ha hecho más que comenzar. A los rescoldos del ridículo perpetrado por el equipo verdiblanco tres días atrás en El Toralín había que echarles agua con urgencia y de ello se encargaron principalmente dos futbolistas, Matilla y el debutante Kadir, aunque antes de que ambos sacasen a relucir un fútbol inabordable para el rival el bético tuviese tiempo de imaginarse lo peor e incluso despedir a los pupilos de Velázquez con una sonora pitada cuando enfilaron por vez primera la bocana de vestuarios. 

El Llagostera no es nada, más que un voluntarioso grupo de futbolistas bien ordenado por su técnico pero al que nada le iba en la pelea. Incomodó todo lo que pudo ya que el Betis concedió más de la cuenta en la primera fase del choque, sobre todo merced a un par de faltas absurdas que descubrieron la excelente zurda de Pitu a balón parado, pero poco más. El fútbol incisivo del ex bético David Querol y del potente Robert Simón no halló jamás la respuesta de un Juanjo que rara vez viaja con el gol en su valija.

Encima, cuando el Betis, en los diez minutos iniciales de la reanudación, logró sus dos goles, Castillejo comenzó a pensar en la dura batalla que su recién ascendido equipo tendrá este fin de semana frente a Osasuna y relevó a Juanjo para dar entrada a un centrocampista como Tarradellas. Apenas se llevaba una hora de partido y éste quedaba más que visto para sentencia.

Era el corolario de un encuentro que hasta entonces había resultado equilibrado. El Betis pronto vio que la distancia con el rival era sideral y se confió. Jugó a un ritmo de lo que es hoy, un equipo de Segunda División, y le faltó, además, velocidad y brío para desbordar. Sólo Matilla, que formó pareja con Nono por delante de Xavi Torres en un triángulo perfecto, buscó la medialuna del área y alguna que otra asociación con Rubén Castro por el costado izquierdo del ataque verdiblanco. Al otro lado, Kadir no hallaba correspondencia en Nono, aunque ya dejaba destellos de tratarse de un futbolista importante, con algún control de balón ejemplar.

Pero el Betis, que controlaba el balón, no hacía lo propio con el partido y las ocasiones se redujeron a algún chispazo leve de los mencionados Matilla y Kadir que no encontraron un remate adecuado en Rennella ni en un Rubén Castro que vive amargado tan escorado a la cal.

Empero, apareció Nono y aumentaron las prestaciones de los dos únicos futbolistas que parecían enchufados. Un pase profundo del portuense sobre Kadir sirvió para que el francés sirviese atrás y que Matilla lo empujase con suavidad y algo de fortuna a la red. Apenas habían transcurrido diez minutos, los mejores del Betis con el toledano muy intenso e iniciando casi todas las jugadas, cuando el francés abusó de su tranco para desbordar a su par y permitir el estreno goleador de Rennella, quien definió con clase en el primer palo.

No le hizo falta más al Betis, aunque a partir de ahí no pasó apuro alguno y controló por completo un partido que ya no deparó nada interesante. El cuadro heliopolitano siguió proponiendo juego, pero el Llagostera jamás tocó a rebato en busca de un gol que lo metiera de nuevo en la eliminatoria.

El olor a chamusquina había desaparecido ya del estadio, la camisa de Velázquez lucía más limpia incluso que al principio y hasta algún conformista lanzó algún cántico que no venía a cuento. Mientras, el técnico, al igual que había hecho su colega minutos antes, volvió la vista en su caso hacia el Albacete y reservó a su nueva joyita, Kadir, de algún contratiempo.

El futbolista argelino de origen, junto con N'Diaye, Piccini y alguno más que se sume a la fiesta como Matilla o Cejudo, deben formar junto a Adán y Rubén Castro el núcleo duro de un equipo que está obligado a subir peldaños en su juego. Visto lo visto ayer, la apuesta debe ser por el balón y por el ataque como mejor manera de que éste no ronde el área propia, que es donde las carencias afloran fruto de una planificación deportiva que alguien deberá explicar algún día, ascienda el Betis o baje a Segunda B: sobran mediapuntitas y falta un central de verdad.

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