Betis - Mirandés · la crónica

Rubén Castro es otro nivel (2-0)

  • Dos goles del canario le dan el triunfo al Betis ante el Mirandés. El delantero resuelve ante la falta de fútbol.

El Betis ya está en la zona noble de la tabla de Segunda División y lo está por la sencilla razón de que uno de los que defienden su camiseta es probablemente el mejor futbolista de la categoría a día de hoy. Rubén Castro se mueve en otro nivel muy diferente al resto, está a años luz de los demás y le ha bastado con aparecer para devolver a los suyos al sitio que les corresponde. Dos nuevos goles del canario, que suma cuatro en las dos últimas jornadas, sirvieron para decantar el duelo contra un Mirandés que fue un catálogo de buenas intenciones, pero que evidenció que estaba hecho para la Segunda B.

Las distancias entre el Betis y el Mirandés, por tanto, deberían ser siderales, aunque si todo se centra en el análisis de lo acaecido ayer en el césped del Benito Villamarín habría que convenir que no, que el juego de ambos equipos estuvo igualado, incluso con mejor trato del balón por parte de los visitantes en algunas fases del juego. Pero el fútbol no admite las buenas intenciones, se centra en meter la pelota dentro los tres palos del rival para contabilizar el mayor número de puntos posibles. Y en este sentido el dominio del Betis era abrumador por la sencilla razón de que en sus filas juega Rubén Castro mientras que en la del rival lo hacía, por citar un ejemplo, un Barahona al que le temblaron las piernas cuando tuvo una ocasión de rematar en el punto de penalti ante Adán en solitario. 

Ésa es la gran diferencia entre lo que es el Betis y la mayoría de los moradores de esta Liga Adelante, que cuando el balón le llega hasta Rubén Castro, principalmente, o incluso a otros de sus delanteros, las posibilidades de que aquello concluya con un gol bético son infinitamente mayores que cuando sucede al revés. Se iba a demostrar con precisión casi científica en la tarde de ayer. El Mirandés salió con buenas intenciones e incluso se aproximó hasta Adán mucho más de lo que era previsible, algo que sí hay que apuntar en el debe del equipo de Julio Velázquez. Barahona, primero, después Juanjo de cabeza y alguna llegada que se quedó en un último pase impreciso aprovechaban las concesiones defensivas, no de la zaga, locales, pero se quedaron en el intento. 

En cambio, al Betis le bastaría con muy poco y en esta ocasión sí conviene el relato completo de la jugada dentro de la crónica del partido. Un despeje de Perquis que buscaba quitarse la presión de encima, sí un balón hacia arriba teóricamente orientando. Pero le cae al central Corral con todas las facilidades del mundo, completamente en solitario, pero, claro, éste intenta controlar la pelota y lo que hace es servírsela a Rennella algunos metros más atrás. Gracias, amigo, le dice el delantero bético para posteriormente ver las dos opciones de pase claras de las que disponía, Rubén Castro y Kadir. Cuál elige Rennella, pues Rubén Castro, como no podía ser de otra manera. El canario se encargaría de darle la razón a su compañero, pues su control fue excelente, da igual que fuera para su pierna teóricamente mala, y el disparo cruzado con la izquierda ya garantizaba que podía correr para celebrar el tanto con los suyos.

Rubén Castro, una vez más, se había encargado de poner las cosas en su sitio, de encauzar el camino hacia el triunfo para un Betis que puede gozar, entre otras cosas porque lo paga, del mejor futbolista que juega en estos momentos en la segunda categoría del fútbol español. Ya sé que algunos podrán argumentar que en el Barcelona B se alinean proyectos de cracks, que puede estar algún día Munir y que también utilizan a Adama y otros más, pero el fútbol es hoy y ese presente tiene a Rubén Castro en lo más alto del escalafón de esta liga.

Tras el uno a cero, Rennella fue el que trató de echar el balón abajo y hasta debió sentenciar antes del descanso con un cabezazo picado a centro de Kadir, pero el Betis siguió dándole demasiadas facilidades al Mirandés. Tantas que su afición llegó a silbar como muestra de descontento, pero ya llegaría de nuevo Rubén Castro para liquidar aquello. Lo hizo antes de la hora de juego y a partir de ahí ya la tarde fue más plácida, aunque algo más de brillantez no hubiera estado mal para satisfacer a la afición. Era una tarde para ello, aunque ahora toca disfrutar de los goles de Rubén Castro. De eso se trata. 

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