Betis-Alavés · la crónica

Si sólo fuera Velázquez... (1-2)

  • El salmantino firma su enésimo ejercicio de ineptitud en el banquillo. Los que 'mandan' ya tiemblan también.

Que destituyan hoy mismo a Velázquez, como la grada de Heliópolis al unísono exigió, quizá ya no sea una solución. Y no porque el Betis haya perdido comba hasta el punto de estar situado a 8 puntos del ascenso, sino porque en el club, día a día, se ha ido instalando lo más inepto de cada casa. Y eso, por desgracia, no tiene visos de cambiar. Ni con Ollero ni con el sursuncorda. 

Con todo, el Betis juega sin entrenador. Eso es una evidencia y la solución urge, aun con el recelo y el temor que produce que la decisión sobre el relevo la vaya a tomar un tal Chuti Molina que hace unos días aireó las vergüenzas del club con su desmañada negociación para firmar a Edu Albácar. ¡Que Dios coja confesado al Betis, que de técnicos como Velázquez anda el mapa repleto! 

El de ayer ante el Alavés fue el enésimo ejercicio de impericia de un chaval deslumbrado y sobrepasado escandalosamente por el equipo que trata de dirigir y por el club que lo acoge y todo lo que significa. La grada le pidió al árbitro que lo echase en su enésimo desaire en un área técnica. Luego, tras el ridículo del equipo, se lo pidió a los que mandan. Bueno, eso si es que hay alguien que mande en este club desestructurado por un entorno dañino que, además, culpa a los críticos con esta ignominia. 

Volviendo a Velázquez, lo suyo es de traca. Inseguro, sin saber ya qué hacer, se la jugó con Varela sin estar convencido e hizo lo propio con N'Diaye en la defensa. Probaturas para ver si sonaba la flauta en un Betis que, según él y sólo él, llevaba semanas enviando señales positivas. Cuando lo único que muestra el equipo es tesón e impotencia hasta la expiración. 

Pero si fuese como él pregona, solito se encargó de frenarlo en seco. Desde el minuto uno, el Alavés, dirigido por el que fuera portero de la Real Sociedad Alberto, jugó como debiera hacerlo siempre el Betis: con la defensa adelantada, con las líneas juntas y combinando hacia la meta contraria incluso con el 1-2 y hasta el pitido final. Encomiable el fútbol del equipo vitoriano al son que marcaron Beobide, Toribio y Juli. 

El Alavés jugó ordenado, supo atacar y se defendió con valentía. Fue intenso y dominó todas las suertes del partido, pero sobre todo el ritmo. El Betis de Velázquez fue todo lo contrario. Un alma en pena, sin ideas y, principalmente, una máquina diseñada para perder balones, acrecentada por unos centrocampistas que jamás juegan al toque y un N'Diaye que actúa atrás como lo haría en el medio, sobando en demasía la pelota. 

Empero, el sainete llegó con los cambios. Porque el repaso que pudo ser más contundente al descanso, se palió con un penalti de amigo que Rubén Castro convirtió en el 1-2 en el minuto 54. Y ahí apareció de nuevo el peor director de partidos que se recuerda por la Palmera. Al intermedio ya había cambiado a Cejudo por Molinero, es decir, lateral por lateral; luego introdujo al inoperante Dani Pacheco por Matilla, centró a Dani Ceballos y no modificó el dibujo; y, para más inri, Reyes entró por Varela y situó al chileno en el lateral izquierdo. Ni Jorge Molina ni cambio de sistema ni nada de nada. Si le llegan a permitir un cuarto cambio, igual hubiese entrado Dani Giménez por Adán. ¡Qué espanto de entrenador, que diría un veterano colega! 

Éste es Julio Velázquez, un salmantino de 33 años que se siente pucelano y al que el Betis y la idiosincrasia de Sevilla le vienen más grande que al entorno el mangoneo que ejerce y que aniquila la entidad sin remisión. 

Porque ésa es otra: ¿Quién echará a Alexis y a Chuti Molina? ¿Y quién a los ineptos consejeros que deberían echar a los anteriores y ahora hasta quieren quedarse tras la Junta? ¿Y quién se carga al administrador judicial de Córdoba que atiende por Estepa y que también le ha cogido el gustillo a la cosa ésta del fútbol? ¿Y quién le dirá a la juez Alaya que siga con sus ERE y deje al Betis en paz de una vez y en manos de los béticos? 

Difícil la solución para este Betis manoseado desde la sombra por quienes cada día tienen más esbirros andando por sus pasillos como Pedro por su casa, viviendo y colándose en los palcos, decidiendo estrategias nauseabundas y, como siempre, pensando más en su postureo que en el club que dicen amar. Esos infiltrados y sus ideólogos, que jamás dan la cara, van a matar el Betis porque, encima, se creen que es suyo. Y que saben.

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