Betis-Racing · el otro partido

Una herencia ganadora

  • Merino se despide entre honores de la grada y de sus jugadores. Mel recoge el testigo con una inercia positiva que ahora necesita sostener.

Cuando Juan Merino asumió con el cartel de transitorio el encargo de sustituir a Julio Velázquez, el Betis se encontraba dentro de la mediocridad de la categoría. Hoy, cuatro jornadas después, el cuadro verdiblanco aparece como tercer clasificado a tres puntos del ascenso directo y dejando claro a sus rivales que el Betis ha vuelto. Esa herencia ganadora es la que le deja Merino a un Pepe Mel que ayer encontró desde el palco el cariño de los béticos.

Si los aficionados recibieron al técnico madrileño como uno de los suyos, otro tanto ocurrió en la despedida de Merino. Honores de la grada y también de sus propios jugadores, que han recuperado la autoestima con la lógica aplicada por el linense. La grada, agradecida como siempre, comenzó el encuentro con una ovación a Merino, algo que se repetiría hasta dos veces más durante el encuentro. Incluso el linense se vio obligado a saludar a cada lugar del estadio mientras el balón rodaba sobre el césped, una gratitud del bético hacia un hombre de la casa que ha devuelto los valores a un vestuario que los tenía perdidos.

Si la afición arropó a Merino, éste también encontró el reconocimiento de su gente más cercana. Tras el segundo gol de ese rehabilitado Jorge Molina, todo el banquillo bético buscó la figura del entrenador para fundirse en un abrazo. Era la recompensa al trabajo. Al finalizar el partido fueron los jugadores béticos los que en el centro del campo mantearon al técnico, quien en menos de un mes ha conseguido la unidad y el compromiso de todos.

El cántico de "¡Volveremos a Primera, volveremos otra vez!" retumbó en un estadio que este año no lo había escuchado con anterioridad, en una muestra más de que el bético ha recuperado la fe en su equipo, por más que el juego desplegado todavía no sea el esperado del equipo con más presupuesto de la categoría. Ni un mal día de Rubén Castro, lo que en otros tiempos hubiera significado una derrota segura, frenó la inercia ganadora en la que se ha instalado el Betis.

Cuatro triunfos consecutivos es el balance de Merino, una cifra que no se conseguía precisamente desde tiempos de Mel, que ahora necesitará manejar con solvencia esa herencia que le deja el linense y que sólo puede desembocar en el ascenso. La grada, que durante el partido apenas recordó al madrileño, sí entonó su nombre al finalizar el mismo. El Betis inicia a partir de este mediodía una nueva etapa con Mel al frente, con la obligación de recuperar una categoría que comenzó a perder precisamente el día en que se decidió despedir al madrileño.

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