Racing - Betis · la crónica

¡Tierra a la vista! (2-4)

  • El Betis se sitúa en el umbral del ascenso tras remontar frente al Racing gracias a Rubén Castro. Al conjunto montañés no le sirvió su mejor empaque ante un equipo con dinamita.

Cuando el marinero Rodrigo de Triana gritó "¡Tierra a la vista!" a bordo de la Pinta nadie se entretuvo en discutir si había nacido en el afamado arrabal sevillano, en Coria del Río o en Lepe. De eso se encargó la historia y aun hoy, más de cinco siglos después, no ha quedado establecido ni siquiera si fue él quien primero avistó las Américas. 

Al Betis le ocurre algo parecido. Divisa ya en lontananza la Primera División, esa tierra prometida que abandona sin remisión cada cierto tiempo como si fuese un navegante al que la familia abraza cuando regresa al puerto de partida. Pero sus trayectos se revisten de las mismas trabas que los viajes de Cristóbal Colón cuando cruzaba el Océano Atlántico, que debe su nombre a un titán. Las aguas, cuando el Betis se adentra en travesías procelosas, siempre andan revueltas, pero lógicamente el oleaje se calma tarde o temprano. En este viaje, seguramente en sólo tres días con toda la familia aguardando con ansiedad y preparada para el alborozo. 

Y es que llamó a la inquietud que, incluso muy cerca de puerto, a poco de comenzado el domingo el partido frente al Lugo en Heliópolis, la grada silbase tibiamente al equipo e incluso a Pepe Mel. El beticismo de hogaño no es consciente de que su equipo no está construido para avasallar en la categoría y empero a veces hasta lo consigue. La gente se muestra aún dolida con el ignominioso descenso y exhibe una exigencia desde la butaca que debería adoptar en Primera y contra sus dirigentes, que son los que históricamente lo hacen zozobrar. 

Todo viene a raíz de las dudas en el juego, que ayer también revolotearon peligrosamente durante la primera mitad. Pero esa carencia no la tiene sólo el Betis. Todos los equipos, incluso los de Primera, salvo el Barcelona, viven durante los partidos momentos a merced del rival, se ven dominados, asediados en mayor o menor medida y sufren, sobre todo jugando a domicilio. Ítem más: el propio Real Madrid y hasta en el Bernabéu se ha visto tuteado y superado en juego por rivales de medio pelo, que se han adelantado en el marcador, hasta que ha sacado su clase y a Cristiano Ronaldo a escena. 

Al Betis le ocurre un poco de eso. Se impone en la mayoría de los partidos por la mayor calidad de su dupla de delanteros y de un par de elementos más. Y porque la categoría no penaliza excesivamente los fallos defensivos, especialmente los de Jordi, como ocurrió en Santander cuando sólo se llevaban disputados cuatro minutos de partido y Mamadou abusó del ilerdense cerca de la banda izquierda. Quique perdonó solo ante Adán lo que jamás hubiese fallado Rubén Castro. 

Por ese mal común y por sus buenos resultados hay que ser comprensivo con el Betis y con su entrenador. No es que el equipo lo borde, pero sabe ser pasible cuando pintan bastos y es letal porque arriba tiene dinamita y el resto de competidores apenas un pataco o dos. 

En El Sardinero, además, demostró entereza para sobreponerse a un marcador adverso. Una indecisión de Adán, agigantada por Jordi cuando Molinero ni estaba ni se lo esperaba, adelantó a los racinguistas, que habían hallado con balones hacia ambas bandas eludir la frontera de Lolo Reyes en la zona ancha. Los laterales verdiblancos sufrieron la habilidad de Concha y de Álvaro, casi tanto como la movilidad del omnipresente Quique. 

Pero el equipo supo reaccionar con un gol a balón parado y dos genialidades de Rubén Castro que emparedaron el descanso: un disparo colocadito tras una excelsa pared con Kadir y una sutil vaselina ante la mejorable salida del guardameta Germán. Unos minutos después, con más de media hora por delante, Jorge Molina, abrochó la goleada con un disparo lejano de empeine que el portero racinguista no supo ver. 

Es lo que tienen los equipos grandes y el Betis, en Segunda, lo es. El fútbol de hoy se decide en las áreas y, aunque los verdiblancos, flaquean en la suya, no existen en la categoría delanteros que al primer fallo rival la enchufen. Bueno, sí, existen dos, pero ambos juegan en el Betis. Incluso el tercero en liza, Rennella, sería titular en el resto de equipos de esta tierra que el Betis se dispone a abandonar. 

Tras el 1-4 incluso le dio tiempo a relajarse y a que Casado regalase un gol que no llegó ni a inquietante. Ahora sólo le queda aparcar esa manía de ¿celebrar? sus conquistas a domicilio. El ¿champán? está muy frío por Heliópolis y hasta puede descorcharse antes de que el Alcorcón asome si Girona o Sporting soplan las velas verdiblancas.

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