Isabel Aler Gay· Los invisibles

"En Sevilla la soledad se penaliza, no es un buen sitio para estar solo"

  • Su destino profesional era Canadá, pero ganó una plaza para hacer la reforma psiquiátrica en Andalucía. Le permitió volver a la tierra de su infancia prestada

AQUÍ fue concebida, pasó parte de su infancia y volvió para trabajar en la reforma psiquiátrica. Isabel Aler Gay (Barcelona, 1958) vive la dialéctica de sociología, maternidad y feminismo.

-¿Por qué hizo Sociología?

-Quería entender por qué nos comportamos como nos comportamos. Hoy ya no creo en las fronteras disciplinarias en la ciencia. Son fronteras corporativas.

-¿Cuándo viene a Sevilla?

-A trabajar, en 1985. Mis padres me concibieron en un bajo de la calle Zaragoza. Tengo recuerdos muy alegres en los que aparecen la Gran Plaza, el parque de María Luisa y las viviendas de la calle San Juan de Dios para empleados de la Telefónica.

-¿Fue fácil encontrar trabajo?

-La primera beca me la dio el actual ministro de Educación, José Ignacio Wert, tras una entrevista en el Centro de Investigaciones Sociológicas.

-Entonces no tuvo que emigrar.

-Me iba a ir a Canadá con una beca Fullbright y surgió la convocatoria de la Consejería de Salud de la Junta. Me presenté y gané la plaza. Vine con 26 años.

-¿Qué tipo de destino?

-Jefa de área de Evaluación Sociológica del Instituto Andaluz de Salud Mental. Pablo Recio puso en marcha la reforma psiquiátrica para desmantelar los manicomios. En cuarto y quinto de carrera había hecho prácticas con el psiquiatra González Duro.

-¿Por qué vuelve a la docencia?

-Me doy cuenta de que era imposible investigar rodeada de políticos y de psiquiatras. Y de que los grandes cambios sociales no se pueden hacer desde arriba.

-¿Le costó hacerse al sur?

-Hasta que descubrí Cádiz, decía que me gustaría morir en Gerona. Una es la provincia con más paro y la otra con mayor nivel de renta, pero la fonética gaditana tiene resonancias del Atlántico y la gironesa del Mediterráneo, ese catalán que asocio con el de mis padres o mis primos, que fueron al colegio con Lluis Llach.

-¿En Sevilla prima la masa o el individuo?

-En esta ciudad todo está estructurado en torno al grupo, llámese familia, cofradía o comercio. En Madrid la gente estaba muy individualizada y desde esas batallas individuales te agrupabas. Aquí pasa al revés. Es muy difícil entrar en esos grupos si no eres del grupo, si no te casas con un sevillano o entrar en una cofradía. La soledad se penaliza más que en otros sitios, aunque es una soledad que se acuna en el mejor escenario.

-¿El marco mitiga la soledad?

-No la mitiga. No es un buen sitio para estar solo. Yo tuve que hacer una resocialización cuando vine. Aquí hay una cultura del instante, una cultura del momento, no sé si viene del mundo árabe. Te pueden decir maravillas, pero eso no se sostiene en el tiempo. El presente no hipoteca. El sentido del tiempo y de la palabra es distinto.

-¿Cuáles son sus aliados?

-La escritura, que es un confesionario, un espejo, una catarsis, un amante. Y la naturaleza. Me gustan mucho las olas, las nubes, los árboles. No juzgan, no te reducen a una idea o a un propósito.

-¿Cómo se llevan la maternidad y el feminismo?

-El feminismo tiene que plantearse muchas cosas. Llevo treinta años luchando para que la mujer decida libremente su maternidad, pero hoy me preocupa más la soledad en la que viven los hijos. Hay que reconciliar el derecho a la maternidad como una opción libre de las mujeres con el derecho de toda criatura a ser deseada y cuidada. Por eso digo que la crisis actual es una crisis de cuidado.

-¿Se ha descuidado a la madre?

-Luché para que la ministra de Justicia de Francia, Carme Chacón o Soraya Sáenz de Santamaría compatibilicen su maternidad con el ejercicio de altas responsabilidades políticas y profesionales. Respeto profundamente a la mujer que tiene hijos para que se los cuiden otras. Pero también reivindico el derecho que tiene la mujer a vivir su maternidad como un trabajo digno. Me duele que Griñán diga que la lactancia es una cosa fundamentalista.

-¿Ser madre es un trabajo?

-Las madres hemos salido de los armarios, trasteros, altares, dispensarios y quirófanos. La maternidad es un aprendizaje permanente, aprendes gestión, desarrollo emocional. Y eso debería reconocerse económica y culturalmente y figurar en tu referencia curricular. Se ha creado una imagen falsa de mujer supertodo, completa, que puede ser madre y ministra de Defensa o vicepresidenta del Gobierno. Y el padre que se implica se ve como algo blando, esencialista.

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