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La mujer que se ganó por 'oposición' la plaza de Sevilla

DESDE que lo fue Federica Montseny en la República, ninguna otra mujer había llegado a ministra. Soledad Becerril es la primera mujer que accedió a la Alcaldía de su ciudad soñada. Llegó al Ayuntamiento en un bloom's day, 16 de junio de 1995, sustituyendo a su socio de coalición Alejandro Rojas-Marcos. La marquesa consorte de Salvatierra llegó a la Casa Grande con Felipe y se fue con Aznar. Más que obras, dejó una impronta. Más que fanfarria, dejó modales.

Su programa electoral lo escribió mucho antes. Está contenido en un libro que tituló Idea de Sevilla y que contiene artículos sobre la ciudad que Soledad Becerril publicó entre 1983 y 1987 -cuatro años, como los que estuvo de alcaldesa- en Abc y Diario 16 Andalucía. Con la excepción de una reflexión de 1977, el año que estrenó escaño de diputada en la Carrera de San Jerónimo. Hace una relectura de la Teoría de Andalucía de Ortega y Gasset y bebe en lo que Castilla del Pino llamó "identidad sobrante del andaluz": "excedente de identidad que ha hecho, de modo irritante, de un determinado andaluz, el paradigma del español".

El primer alcalde del que habla en ese libro es del de Venecia. No parafrasea a Thomas Mann para sugerir una Muerte en Sevilla, aunque cuando hace inventario de los cambios y la destrucción sufridos por la ciudad en los sesenta, acude a José Bergamín, que un día le dijo que "Sevilla había perdido parte de su cuerpo, pero era de las pocas ciudades de España que conservaba su alma".

En 1985 Sevilla acogió un Encuentro de Ciudades Históricas. A instancias de Ramón Carande, que moriría un año después con 99 años, aboga por liberar al Archivo de Indias "de autobuses que dañan su piedra". Homenajea en esas páginas al párroco de San Bernardo, José Álvarez Allende, y glosa el libro de Guillermo Vázquez Consuegra Cien edificios de Sevilla. Desde un balcón de la calle Betis vio en 1978 el proceso de demolición de la Maestranza de Artillería. En esos años, la ópera se oía en otros escenarios. Soledad Becerril escuchó a Victoria de los Ángeles en el Monasterio de San Jerónimo: "Ay río de Sevilla, qué bien pareces".

En su idea de Sevilla apunta el apetito insaciable de los nuevos bárbaros. Criticaba hace casi tres décadas un proyecto para ampliar la Alameda de Hércules hasta la Resolana derribando el caserío que las separaba. Anota hitos para rehabilitar la zona en los que el tiempo le dio la razón: la remodelación de la calle Torneo y la restauración del hospital de las Cinco Llagas, actual Parlamento de Andalucía.

En octubre de 1982 pasó de ministra a extraparlamentaria. Ese año, el BIE (Bureau Internacional de Exposiciones) elige a dos ciudades para el quinto centenario del descubrimiento de América. Becerril fue categórica: "Sevilla no es Chicago". El Ayuntamiento va a rotular una plaza con su nombre. Este periódico salió a la calle en sus últimos meses como alcaldesa. Notaria de los días.

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