Sevilla

Sin piso, pero sin deuda

  • Un joven discapacitado logra que el banco le condone la hipoteca tras la dación en pago de una vivienda que heredó de su madre hace seis años.

Alejandro Tapia, un joven de 20 años que sufre una discapacidad en el 80% en su cuerpo, ha logrado lo que muchas familias españolas reclaman desde que estalló la crisis: que se le condone la deuda con la dación en pago de la vivienda. Pese a su corta edad, la vida de este sevillano ha estado marcada por la desdicha, un infortunio al que siempre ha sabido hacerle frente y para el que ha contado en esta última etapa con la ayuda de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Todo comenzó hace seis años, cuando falleció la madre de Alejandro Tapia. Sus herederos eran sus dos hijos, Alejandro, que por entonces no tenía ni 15 años, y Antonio, el mayor de los dos. Pese a ser los nuevos propietarios de un piso en la barriada de San Jerónimo, los dos hermanos no pudieron hacer uso de él debido a que estaba habitado por el que había sido el compañero sentimental de su madre. "Un día entré en la casa y llamaron a la Policía por allanamiento de morada", dice Antonio Tapia.

Ante esta situación, Alejandro, el más pequeño de los dos, se vio obligado a trasladarse a un centro de menores en Alcalá de Guadaíra. Allí ha pasado buena parte de este tiempo, hasta que hace año y medio logró que el piso quedara libre. Sin embargo, los problemas no harían sino incrementarse. Sobre el piso pesaba una hipoteca de 130.000 euros, una cifra que había aumentado notablemente respecto a la de 2007, cuando lo recibió en herencia. Entonces no superaba los 60.000 euros. Esta cantidad era inasumible para un joven con un alto grado de discapacidad que sólo recibe una ayuda no contributiva de 547 euros mensuales. En ese momento contactó con los miembros de la PAH.

"En primer lugar me dirigí a la sucursal bancaria que el BBVA posee en Pino Montano con la que estaba suscrita la hipoteca. No me quisieron ni recibir", recuerda Alejandro Tapia, quien no perdió la esperanza en ningún instante: "Me he enfrentado a todos los obstáculos porque siempre he querido labrar un buen futuro. He pensado que si llego a tener hijos me gustaría explicarles que en la vida no se puede dar una batalla por perdida sin ni siquiera pelearla", explica este joven, quien mantiene que haber aceptado la hipoteca hubiera supuesto una reducción mensual del 30% de la paga que recibe.

La entidad financiera, además, intentó -según los representantes de la PAH- que al pago de la hipoteca se sumara el de un préstamo de 8.000 euros que su hermano había solicitado poniendo como aval la vivienda. La deuda, por tanto, rozaba los 140.000 euros. El banco, ante el impago, iba a subastarla este mes.

Del caso de este joven se hicieron eco varias televisiones nacionales. Fue entonces cuando se interesó por él el letrado José Luis de Alcaraz Sánchez-Cañaveral, del bufete de abogados Alcaraz & Cañaveral, que se ha especializado los últimos años en temas de desahucio. Tras meses de negociación se ha llegado a un acuerdo que es el menos perjudicial para Alejandro Tapia, quien renunciará a su vivienda a cambio de que se le condone la deuda financiera.

Para el abogado José Luis de Alcaraz, este caso -por el que no ha cobrado- supone "un precedente" al interpretarse "al máximo" la ley de dación en pago, el Código Civil y la ley de usuarios y consumidores. "La ley no se puede generalizar para todas las personas, hay que estudiar caso por caso, y en éste se reúnen diversas circunstancias que propician el acuerdo", explica el letrado, quien entiende que con la normativa en la mano "hay que apretarle las tuercas a los bancos".

De este modo, con la entrega de la vivienda quedan resueltas las deudas económicas: la hipoteca, el préstamo, los intereses y las costas, independientemente del precio con el que banco venda luego el piso.

El acuerdo se firmó este lunes en la citada sucursal financiera. Varios miembros de la PAH acompañaron a Alejandro Tapia. Entre ellos se encontraba su hermano. A partir de ahora este joven sevillano -que desde hace meses comparte con varios amigos un piso de alquiler en el barrio del Cerezo- comienza una nueva etapa sin una vivienda en propiedad pero libre de cargas financieras. A su salida del banco se sentía satisfecho por el documento que mostraba a todos los presentes en la mano y advertía: "Hemos ganado una batalla, pero la guerra aún no ha terminado".

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