Sevilla es una ciudad verde. Lo avalan los 22 metros cuadrados por habitante que sitúan a la capital en la cabeza del ranking nacional, según los datos aportados por el Ayuntamiento de Sevilla que se encarga de la conservación y el mantenimiento de más de 1.300 hectáreas en estos momentos, de las cuales casi 700 son grandes extensiones y 180.000 árboles. De ellas se excluye el Parque del Alamillo, que gestiona la Junta de Andalucía, y el periurbano de la Corchuela, en el que sí que participa el gobierno municipal.

En los últimos dos años, el Ayuntamiento de Sevilla ha recepcionado 296 hectáreas nuevas de zonas verdes, la mayoría del Parque Guadaíra y el Charco de la Pava. El gobierno de Zoido ha recibido otras zonas verdes como el Tamarguillo, los Jardines de Hércules, Miraflores o San Jerónimo, aunque es cierto que la mayor expansión de estas zonas corresponden a los anteriores mandatos. Una herencia que, en estos momentos, obliga a desembolsar al año un total de 20,5 millones de euros a las arcas municipales, de los que 14,5 corresponden al macrocontrato adjudicado en septiembre de 2012 por 48 millones de euros para la conservación de los parques y jardines de la ciudad. Al margen de los 128 empleos que supone este compromiso, sólo en sueldos del personal propio para estos menesteres el Ayuntamiento de Sevilla se gasta al año seis millones de euros.

Sevilla supera hoy con creces la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el mínimo de espacios verdes en las ciudades, que se sitúa entre 10 y 15 metros cuadrados por habitante. Y se iguala a capitales del norte como Vitoria, Gerona o San Sebastián, superando a Madrid y Barcelona, según los estudios de la Asociación de Parques y Jardines Públicos de España. Sólo durante los tres mandatos de Alfredo Sánchez Monteseirín, la ciudad triplicó sus zonas verdes y se convirtió en la única del país con más de 600.000 habitantes que emitía menos gases contaminantes a la atmósfera que una década antes, según datos del Ministerio de Medio Ambiente. Este crecimiento llegó a desbordar el presupuesto de Parques y Jardines para mantenimiento de estos espacios, lo que provocó incluso el cierre de parques, por ejemplo el de los Jardines de Hércules en Bellavista, por falta de recursos.

El esfuerzo que requieren estas tareas animó al gobierno de Juan Ignacio Zoido a cambiar el modelo de mantenimiento de las zonas verdes -que ni estaban ni están todavía en perfecto estado- y optar por un macrocontrato que se reparte en seis lotes, garantizando un servicio más igualitario. Anteriormente, el área municipal de Parques y Jardines se ocupaba del 20% de estos espacios, fundamentalmente el Parque de María Luisa, los Jardines de Murillo, del Cristina, la Buhaira y el Parque de los Príncipes. El 80% restante era cometido de empresas externas. El modelo de ahora incluye la atención a zonas calificadas como forestales, como el muro de defensa o el paseo Carlos III en Triana; el parque de los Bermejales o el cauce del Guadaíra, una amplísima zona en Palmas Altas; los bajos del paseo Juan Carlos I; el parque de San Jerónimo o el del Polígono Norte. Esas extensiones suman un millón de metros cuadrados.

Sólo el coste del Parque de María Luisa es de un millón de euros aproximadamente al año. El Charco de la Pava cuesta unos 490.000 euros y para la segunda fase del Guadaíra, parque cuyo mantenimiento gestionará el Ayuntamiento de Sevilla a partir del próximo enero, harán falta más de 550.000 euros. Y un ejemplo más, convertir la futura Ciudad de la Imagen que ahora está en obras en una zona más o menos habitable, con parterres y árboles, tendrá luego un coste de 72.000 euros al año.

Las inversiones realizadas por el Ayuntamiento son continuas. En el primer año de mandato se realizaron obras de mejora por más de un millón de euros en los Jardines del Cristina y los de Murillo y en Miraflores y el mayor gasto se hizo en el Parque Norte. En el último año se han acometido trabajos en todos los distritos, destacando casi 80.000 podas y los reformas en Amate y Tamarguillo.