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El rastro de la fama · Juan Daniel Ramírez

"Vivimos una revolución similar a la aparición de la escritura silábica"

  • Especialista en comunicación y alfabetización, pertenece a una generación pionera que introdujo la ciencia psicológica en aquella Sevilla del tardofranquismo y la Transición.

-La etimología nos enseña que psicología significa estudio del alma, una pretensión quizás un tanto excesiva. ¿A qué parte del alma se ha dedicado usted?

-Mis investigaciones iniciales fueron en torno a la psicología del desarrollo. Primero siguiendo las tesis de la psicología genética de Jean Piaget y, después, debido a que ésta no terminaba de llenarme, con la llamada escuela soviética de Vygotsky, Luria y Leontiev, que en aquellos años se estaba reactualizando...

-¿Soviética? No suena muy bien.

-Se llama así porque se desarrolló en Rusia durante los últimos años del zarismo y los primeros de la Revolución. Sin embargo, Vygotsky fue muy perseguido por el régimen soviético. De hecho, si no llega a morir en 1934 hubiese terminado en Siberia o ejecutado.

-¿En qué consiste esta psicología del desarrollo?

-Del desarrollo o evolutiva. En un principio se dedicaba fundamentalmente al estudio del desarrollo del niño y del adolescente, pero después evolucionó a lo que se ha denominado como psicología del cambio vital. Es decir, que engloba todas las mutaciones que se producen a lo largo de la vida.

-¿Y cuál fue la aportación de Vygotsky?

-Él comprendió que no se pueden explicar ni el lenguaje ni el pensamiento humano si no los analizamos en su desarrollo; se dio cuenta de que, desde las primeras edades, se van creando estructuras y procesos cada vez más complejos. Vygotsky fue muy polifacético: crítico literario, escribió una psicología del arte... Estaba muy involucrado en los movimientos culturales y artísticos de su época y parte de sus escritos se encontraron en los archivos de Eisenstein.

-¿Con el paso de los años nos convertimos en personas diferentes psicológicamente hablando?

-Somos el resultado de nuestra historia personal. Los primeros momentos de la vida son de maduración y, en el momento que empieza el lenguaje, es cuando podemos hablar ya de identidad personal. Hay una fase inicial del lenguaje muy interesante que se llama el habla egocéntrica, que es cuando el niño habla para sí y se convierte en interlocutor de sí mismo. Según Vygotsky, este habla egocéntrica es un instrumento muy valioso en el aprendizaje de pensar. Nuestro diálogo interior procede de ahí.

-Todos hablamos de una forma diferente según la circunstancia y el auditorio. ¿Tenemos varias personalidades, somos una constelación de identidades?

-Pese a que en ciertos ambientes posmodernos se pone en duda, existe un núcleo de la identidad personal, no somos unos esquizofrénicos. Sin embargo, vamos definiendo y transformando nuestro modo de actuar en función del contexto sociocultural en el que nos encontramos en cada momento. Hay que tener en cuenta que las personas podemos establecer distintas formas de diálogo. Por ejemplo, ahora estoy usando una muy peculiar, como es la de la entrevista, que no se parece mucho a la que uso cuando doy clases a mis alumnos o cuando tengo una charla en la barra del bar.

-Como experto en Psicología de la Comunicación ha mostrado un gran interés en los procesos de alfabetización y, en especial, por la educación de adultos

-Eso se debe a mi inicial experiencia como maestro. Me interesa mucho estudiar los cambios que se producen en una persona cuando adquiere una tecnología para la comunicación tan potente como es la escritura, sobre todo si ésta es adulta. Hay que tener en cuenta que son gentes que provienen de la cultura oral y un buen día desembocan en una tecnología muy compleja como es la escritura y la lectura.

-No descubro el Mediterráneo si digo que la alfabetización, al igual que todo lo que tiene que ver con la comunicación, ha cambiado formidablemente con la revolución digital.

-Sí, efectivamente. Vivimos una revolución similar a la aparición de la escritura silábica y fonética, la cual, al igual que ahora, produjo un modo de pensar nuevo.

-Y, como toda revolución, produce sus angustias, sus miedos. Es muy conocido ese párrafo del Fedro en el que Platón muestra su temor a que la escritura suponga una merma importante en la memoria de los jóvenes.

-Es que Platón estaba viviendo el tránsito de la oralidad a la escritura alfabética. Insisto, es algo muy parecido a lo que estamos asistiendo en esta época, el tránsito a una nueva tecnología.

-Hay teóricos que apuntan a que las nuevas formas digitales acercan la escritura a los modos de comunicación oral, que suelen estar marcados por la urgencia, por la prisa.

-Eso se ve muy claramente en Whatsapp o en Twitter, donde la escritura adquiere una síntesis, un sincretismo muy característico. También una brevedad en lo que se cuenta que recuerda mucho al pequeño relato en una conversación de barra de bar, donde los intercambios entre los interlocutores son muy rápidos.

-¿Una educación con medios informáticos produce el mismo tipo de individuo que una educación clásica basada en la escritura y la lectura?

-Indudablemente habrá variaciones, efectos, aunque no sabemos cuáles. Tendrán mucho que ver con la rapidez en el acceso a la información y en ningún momento debemos ver estas transformaciones en clave apocalíptica. Hoy en día está claro que la escritura ha dejado de ser una vía casi exclusiva en la transmisión de la información y que comparte esta posición con las imágenes, el vídeo... Unos cambios que, como ya apuntaron Marshall McLuhan y la escuela de Toronto, se iniciaron antes de internet, con la televisión.

-Muchos se quejan de la banalidad de gran parte de los contenidos de internet.

-Cuando la imprenta empezó a divulgarse por Europa se produjo una gran cantidad de literatura pornográfica y sentimentaloide, muchos panfletos y decenas de páginas sin valor... Sin embargo, de esa época sólo recordamos los grandes monumentos literarios. Ahora pasa lo mismo.

-Bien, pero seamos apocalípticos. La revolución digital está produciendo una paradoja: hoy en día estamos más conectados que nunca con los demás y, sin embargo, la soledad es uno de los grandes problemas contemporáneos. El otro día vi un chiste que me gustó. En un bar habían puesto un cartel que decía: "Lo sentimos, no tenemos wifi, tendrán que hablar entre ustedes". Esto se ve por ejemplo en los jubilados, un sector que se ha conectado muy bien a internet pero que ya ha perdido la costumbre de acudir al casino.

-Es verdad que los lugares de socialización fuera de internet han decaído extraordinariamente. Sin embargo, este abandono de los espacios públicos es anterior a la irrupción de las nuevas tecnologías. No me extraña que la gente mayor se meta en internet para encontrar un lugar donde relacionarse. Umberto Eco decía en una entrevista que la calle ya no es un espacio para pasear, sino para mirar los escaparates de las tiendas.

-La alfabetización se ha relacionado con la aparición de un nuevo tipo de intimidad ligado a la modernidad, ¿por qué?

-En un principio se escribía de corrido, sin separar las palabras, lo que obligaba a la lectura en voz alta. Sin embargo, a partir del siglo IX, se empiezan a incluir espacios entre las palabras, proceso que se hace general con la aparición de la imprenta y que convierte a la lectura en un ejercicio silencioso, íntimo. Evidentemente, el individuo moderno no es un producto en exclusiva de este tipo de lectura, pero tuvo que ser muy importante en su configuración. Este rompimiento de la modernidad también se debió a la aparición de nuevos espacios de socialización, como los cafés o los salones burgueses o aristocráticos. Sin café, probablemente, no hubiese existido la Ilustración. La nueva sociabilidad conlleva un nuevo descubrimiento del yo como una entidad que puede separarse de los otros.

-La alfabetización ha sido una de las grandes epopeyas de la humanidad, muy unida a los afanes emancipadores del hombre, a su lucha por la justicia. También una épica con la que algunos regímenes autoritarios de derecha e izquierda han escondido su peor cara. Por ejemplo, estoy pensando en Cuba y, más recientemente en Venezuela.

-El gran teórico de la alfabetización en Latinoamérica fue el brasileño Paulo Freire, quien cayó en la cuenta de que este proceso era fundamental para culminar el proceso de emancipación del continente. Personalmente, los dos casos de alfabetización que mejor conozco son los primeros que se dieron en este área, el norteamericano y el argentino.

-Cuente...

-La alfabetización en Norteamérica fue muy temprana. Hay que tener en cuenta que la divulgación de la lectura está muy ligada a la Reforma protestante. Como bien sabemos, Lutero creía que no se puede ser un buen cristiano si no se lee la Biblia. Los padres fundadores de las colonias tenían un marcado cariz protestante, por lo que desarrollaron un sistema que permitiese a todo el mundo acceder a la lectura. El caso argentino es más tardío y tiene mucho que ver con la necesidad de integrar al aluvión de inmigrantes europeos que llega en el siglo XIX tras la independencia. Intelectuales como Alberdi, Sarmiento, etc. fueron grandes defensores de la educación para europeizar América del Sur, de ahí que su lema fuese Educar es poblar. Los argentinos realizaron un gran esfuerzo para la creación de escuelas con un programa muy parecido al de la Institución Libre de Enseñanza.

-¿Y España? Parece que tardamos bastante en alcanzar la alfabetización masiva.

-Para empezar caímos en la zona de la Contrarreforma, y la imaginería suplió a la palabra escrita como forma de comunicación. Los Evangelios llegaban a través del sacerdote predicador y no de la lectura directa de los mismos. Cuando ya toda la Europa central y norte estaba en gran medida alfabetizada, nosotros iniciamos el siglo XX con grandes bolsas de analfabetismo, lo que duró hasta el desarrollismo de los años sesenta.

-¿De aquellos polvos estos lodos?

-El gran problema de España en materia educativa se debe a que no se ha sabido dar el salto de la antigua escuela para minorías a otra pública para mayorías. Hasta que no completemos satisfactoriamente este proceso seguiremos teniendo muchos problemas, porque hay que tener en cuenta que la sociedad posindustrial demanda unos niveles educativos altos. La escuela está inmersa en unas rutinas absurdas. Por ejemplo, los niños no leen, sino que hacen análisis morfosintácticos; se sigue dedicando mucho tiempo a la memorización. Cuando mi hija aprendió a formular en España, primero tuvo que aprenderse de memoria la tabla periódica. Sin embargo, en la escuela canadiense le dejaban sin problemas que consultase la tabla para que pudiese concentrarse plenamente en el hecho de formular. Canadá ocupa siempre el tercer o cuarto puesto en los informes PISA, y eso que tiene una población multicultural, lo que dificulta bastante las cosas.

-La gran mayoría apunta a la Logse como la gran culpable de nuestro fracaso.

-De la Logse habría que hablar más despacio, porque el debate se apasionó demasiado y no siempre es cierto que fuese tan mala. Hubo muchas resistencias a cambiar las cosas.

-¿Y qué opina del modelo que propone el gobierno actual, la Lomce?

-Tiene un problema gravísimo al pretender volver al modelo de las reválidas, que es una forma de establecer cribas con las que segregar a algunos estudiantes.

-Pero es cierto que hay un consenso social sobre la necesidad de dotarnos de una educación de mayor calidad, y para eso hay que establecer más controles.

-Como bien han estudiado Daron Acemoglu y James A. Robinson las sociedades ricas son siempre inclusivas. Si, por el contrario, construimos la sociedad sobre élites, éstas acaban siendo extractivas y el fracaso económico es casi seguro. No debemos obcecarnos en la selección de los estudiantes, sino en mejorar las prácticas educativas que aumentan el rendimiento de los estudiantes.

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