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Sevilla

La Puerta del Perdón era policromada

La gran montaña hueca de la ciudad es una fuente inagotable de información sobre el pasado. Las labores de restauración permanente que promueve el Cabildo Catedral bajo la dirección del maestro mayor, Alfonso Jiménez, ofrecen periódicamente nuevos datos sobre este monumento vivo. En esta ocasión se trata de uno de los testimonios de mayor antigüedad de la arquitectura del templo: las hojas de bronce de la Puerta del Perdón, datadas en el período almohade tardío, exactamente en las dos primeras décadas del siglo XIII.

La empresa Ártyco se encarga desde hace años del control y mantenimiento de las cinco portadas históricas de la Catedral. La preocupación del Cabildo por las portadas arranca de finales de los años 90 de la pasada centuria, cuando el Estado restauró la Puerta de San Miguel y, a partir de entonces, se tomó conciencia del ennegrecimiento que provocaba el tráfico rodado de la Avenida de la Constitución, suprimido en 2007.

La minuciosa labor que los técnicos de Ártyco están llevando a cabo en la Puerta del Perdón -única que hasta ahora no había recibido un tratamiento específico- ha permitido concluir que las batientes de bronces estaban policromadas. El microscopio empleado con ocasión de las labores de limpieza ha permitido hallar restos minúsculos de bermellón. Estas puertas, al menos, tuvieron color rojo en los huecos de las placas donde aparecen las inscripciones en árabe o dibujos, según los casos. El color se empleó, precisamente, para colmatar esas pequeñas hendiduras y realzar la caligrafía o los dibujos. Los restauradores estudian si además del rojo pudieron haberse empleado otros colores, como el negro, y casi se descarta ya que hubiera tonos dorados. En breve se podrá recrear por ordenador la estética original de una puerta cuyas imponentes hojas tienen una altura de 7,24 metros y una anchura de 1,97 metros.

Los técnicos se han encontrado con un material de bronce que goza de gran estabilidad pese al paso de los siglos y su exposición directa al medio ambiente. Las hojas sí presentaban una gran acumulación de depósitos de suciedad y de contaminación. En primer lugar se ha actuado en el reverso, donde el bronce se combina con la madera y el hierro. En este caso ha sido necesario eliminar la corrosión y aplicar métodos de limpieza mecánica. El bronce del anverso se ha tratado con cloruro para obtener el máximo grado de limpieza. También se han empleado resinas acrílicas y ceras, según las zonas y las necesidades. Como dato curioso, durante esta labor se ha detectado que en alguna ocasión se trató el bronce de las puertas con betún.

La minuciosidad de esta restauración -que aún está en curso- se aprecia especialmente en las labores de restitución del material perdido. Son los casos de los clavos con cabeza de piña y los clavos de flores, motivos ornamentales que, a modo de tachuelas, adornan las hojas de la puerta. Han tenido que restituirse un total de 75 cabezas de flor, 80 de piñas y dos varillas. Se trata de motivos que se han ido desprendiendo con el paso del tiempo (consta que las hojas llegaron a descolgarse en alguna ocasión) o que incluso han sido arrancadas por visitantes anónimos como recuerdo al estar expuestas al alcance de cualquiera.

Estas hojas de bronce se caracterizan por varios motivos. Destacan los dos grandes aldabones, que han sido fuente de inspiración incluso para piezas de joyería de diseño, aunque los originales están expuestos por seguridad en el tesoro de la Catedral y los que figuran son réplicas de 1982. Las inscripciones escritas en árabe con caracteres cúficos tampoco pasan desapercibidas a la curiosidad del público. Están situadas en las placas hexagonales horizontales, en las aldabas y en las bandas que rodean los largueros de los batientes. Los hexágonos comprenden textos escritos con caracteres cúficos floridos, procedentes de distintas aleyas de las suras XV y XXIV del Corán ("El poder pertenece a Dios. La eternidad es de Dios"). Las aldabas presentan también una larga inscripción con caracteres cursivos procedentes del Corán (Surat al Nur, XXIV, aleyas 36-37). Y en las bandas se repite una inscripción cúfica en honor a Dios.

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