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"No se llama Toledo, se llama Sevilla"

  • Retratos. Un libro recoge una galería de cien personajes femeninos de ayer y de hoy, hijas de la imaginación y de la realidad, un antídoto contra los tópicos de viajeros románticos.

DE la creación a la muerte. Aristócratas y prostitutas. Eva al desnudo en el presbiterio del altar mayor, Eva vestida en el taller de la diseñadora. Mujeres como la infanta María Luisa inmortalizada en el nombre de un parque, mujeres que todavía conviven con el rechazo de la ciudad, como le pasó a Teresa de Jesús.

Sevilla en cien retratos de mujer es el sugerente subtítulo de Retrato de una Dama. Manuel Jesús Roldán (1970), profesor de Historia en un instituto, y Teresa Puig (1984), periodista con incursiones en el relato corto y en el violonchelo, son los autores de este libro de Abec editores que ayer presentaron en la sala de conferencias Juan Guillén de la Fundación CEU San Pablo con dos de las mujeres de esta centuria, la americanista Enriqueta Vila y la pintora Nuria Barrera.

Sonó la música de Michael Nyman con la galería de fotografías de Antonio Sánchez Carrasco. Mujeres del ayer, encarnadas en mármol, en bronce. La Esperanza en las lágrimas de la Macarena, la Fe en el Giraldillo. Mujeres del hoy más rabioso y palpitante que han ganado Goyas (María Galiana, María León), oros olímpicos (Marina Alabau) o títulos de Miss España (Raquel Revuelta). Que se ganan la vida en una calentería, en un puesto ambulante del Jueves, en un laboratorio o en un taller de confección.

Sevilla es la ciudad de la poesía. Enriqueta Vila citó a Juan Ramón. ¿Y la ciudad de las mujeres?, préstamo de Fellini. De Eva a la fenicia Astarté, en las iconografías femeninas de la Puerta de Jerez o en el palacio manchego de El Viso del Marqués. "No se llama Toledo, se llama Sevilla", dice Enriqueta Vila, primera mujer que se puso al frente de una Academia en la ciudad. Como rompieron tabúes Soledad Becerril, primera alcaldesa, o Maruja Vilches, primera hermana mayor en una cofradía. Un mundo complejo para la mujer, como experimentó Nuria Barrera, autora del cartel de la Semana Santa 2013. "No te ponen barreras, pero tienes que dar codazos".

Mujeres preteridas como Luisa Roldán, "que debió hacer muchas cosas de Pedro Roldán y quedó en un segundo plano", o santa Florentina, que aparece en el fresco de Mercadante de Bretaña pero es mucho menos visible que sus hermanos, los arzobispos San Leandro y San Isidoro. Mujeres que hicieron lo que ningún hombre consiguió, como Catalina de Ribera, artífice del hospital de las Cinco Llagas, sede del actual Parlamento Andaluz.

En la presentación se habló del siglo XVII. El siglo en el que trabajaba Enriqueta Vila hasta que "me sacaron y me metieron en el siglo XXI", diría de su experiencia municipal, que también tuvieron Mar Calderón o Mercedes de Pablos. Dónde se meten las chicas del XVII, se podría tararear sin música de Michael Nyman ante la orfandad femenina de ese periodo, con la excepción de la Roldana. Está Susona, pero no está Susana (Díaz), el nombre más repetido en los mentideros políticos el último año. "Su salto a la Junta nos cogió con el libro ya cerrado", dice Roldán, "pensamos incluir a la juez Alaya, pero desistimos por la dificultad de conseguir una buena fotografía".

Está Carmen, pero no está doña Inés. Alguien del público echó en falta la mujer "en la Sevilla del trabajo y la empresa". Roldán lo atribuye a ese papel subalterno en los modelos productivos. Este catálogo de cien mujeres, "faltarán muchas, pero no sobra ninguna", le ha servido para concluir que no se puede hacer sociología de pacotilla. "No podemos decir que la mujer sevillana es así o así. Eso ya lo hicieron los viajeros románticos. De hecho, el personaje de Carmen es una creación masculina".

El libro se lo dedican a Mamen, Isabel y Paqui, madres de sus autores. Sevilla madre matrona, parafraseando la película de los Taviani. ¿Madrastra de los hijos que se tuvieron que marchar? Enriqueta Vila, rescatando el legado de Leonor y de Guiomar, dijo que Sevilla no ha sido ingrata con Antonio Machado. Tampoco con Cernuda, que murió en México, ciudad con nombre de hombre.

En la portada del libro, el Amor en uno de los tres estados de ese sentimiento de la estatua de Bécquer. Sevillanas que ocuparon escaños, como Kechu Aramburu, o que exponen su trabajo en las librerías, como Eva Díaz Pérez, heredera de Fernán Caballero, doña Cecilia. Vírgenes dormidas como las del Pozo Santo o Santa Rosalía, jóvenes despiertas como las animosas muchachas que retrató Enrique Orce en el dibujo del coche Studebaker que figura en el antiguo Sport que Manuel Machuca llevó a la portada de su novela. Condesas, duquesas y alguna princesa.

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