los invisibles

"Elegí el siglo XVII por la decadencia; es muy literaria, como el desamor"

  • Cayetano Ordóñez Ruiz. Sanluqueño de cuna, soleano de bautismo, escritor de una estirpe de toreros, sale al ruedo literario de una Sevilla de genios, místicos y pícaros

EL mayor de los Ordóñez es hijo del menor de los Ordóñez. Hijo, sobrino y nieto de toreros, Cayetano Ordóñez Ruiz (Sanlúcar de Barrameda, 1966) presenta hoy su segundo libro en La Carbonería, templo del arte del primero.

-Se adentra en la Sevilla de Cervantes que retrató Caballero Bonald, a quien ya le hubiera gustado nacer en Sanlúcar...

-Cuando estuvo en la Cárcel Real de Sevilla, dice Cervantes que allí "todo triste ruido hace su habitación". Parafraseándolo, yo digo que allí se asienta la desesperación y el abandono.

-¿Por qué el siglo XVII?

-Es el principio de la decadencia de la ciudad. Poco después, la Casa de la Contratación se traslada a Cádiz con la excusa de que el puerto es de mayor calado.

-¿Es literaria la decadencia?

-Sí, claro, como el desamor...

-¿El apellido le llevó al ruedo?

-Nunca han querido que seamos toreros. Mi padre y mi tío Juan, que murió muy joven y fue marido de Paquita Rico, son los únicos que no tomaron la alternativa. Con mis tíos Antonio, Pepe y Cayetano ya era suficiente.

-¿Dónde ha vivido?

-En Sevilla, Málaga, Ponferrada, Valladolid, en el valle de Ordesa.

-¿Y esos escarceos norteños de un soleano de Sanlúcar?

-El apellido viene del norte, de los hijos bastardos de Ordoño II.

-Ya que no toreó, ¿decide escribir como Sánchez Mejías?

-Espero superarlo como escritor.

-¿Por qué el título y la trama arrancan en 1670?

-Se ha escrito mucho de la primera mitad del siglo XVII. En la segunda se crea la Academia de Bellas Artes, el motín de la calle Feria, la regencia de Mariana de Austria, la muerte de Felipe IV.

-¿Qué queda de aquella época aparte de algunas cofradías?

-Las más señeras. Quitando los adelantos técnicos y científicos y el paso de los siglos se vivía igual antes que ahora. El mismo nivel de corrupción de la ciudad; los concejales, que eran caballeros veinticuatros, se compraban. Estaba mejor organizada, había hasta un censo de mendigos para evitar la picaresca.

-¿Trianero como su tío Antonio?

-Antonio Ordóñez fue hermano mayor de la Esperanza de Triana porque no le dejaron serlo de la Macarena. En mi casa hay mucha relación con el Cachorro. Un hermano de mi madre, José María Ruiz Romero, fue el último hermano mayor.

-En 1904 nace su abuelo, Cayetano Ordóñez, El Niño de la Palma, y Joaquín Romero Murube...

-Mi abuela Salud era hermana de Romero Murube. Ese año nacen también Dalí y María Zambrano, Roosevelt hace el canal de Panamá, Rusia y Japón entran en guerra, Einstein le da los últimos toques a la teoría de la relatividad desafiando las leyes de Einstein. Año de gloria para Turina o Ramón y Cajal. Se estrenó la Carmen de Bizet. Y le dan el Nobel de Literatura a Echegaray.

-Alberti es el único poeta que se vistió de torero. En Pontevedra...

-Allí debutó mi padre como novillero con picadores.

-¿Cuál es su modus vivendi?

-Durante un tiempo me dediqué a la producción artística. Conciertos de Luis Miguel, el primero en el estadio olímpico después del Mundial de Atletismo, B.B. King, Raimundo Amador, Prince.

-¿Le molesta tanta frivolidad en torno a la tauromaquia?

-La sociedad tritura todo lo que coge. Se habla más de toros en los programas del corazón que en los de toros.

-¿Cuál es su escuela literaria?

-De niño hacía poemas y letras de sevillanas. Soy autodidacta.

-Como buen bohemio...

-Bohemio, pero realista, no bohemio surrealista.

-¿Quién era más torero, Dalí o Picasso?

-Dalí es más torero y Picasso más amigo de los toreros.

-¿Con abono en la Maestranza?

-He tenido abono del Sevilla Fútbol Club. No me gusta el fútbol, me gusta el Sevilla. Las dos horas de la final del Mundial las pasé escribiendo. No hay ningún torero que me guste.

-¿Ni siquiera los que no vienen?

-Los admiro, pero no me llenan.

-¿Qué escribía la tarde del gol de Iniesta?

-Una novela ambientada en Cádiz que ahora quiero retomar. La empecé hace tiempo, pero me enamoré.

-¿Acompañó a su padre?

-Muchas veces. En las plazas de mi tío Antonio, en el último toro me subía a la mulilla cuando lo llevaban al desolladero.

-¿Escribir es llorar?

-Publicar es llorar. En Sevilla sólo publican al abogado o al periodista mediático. Si no, te piden dinero, como para torear con picadores en plazas de segunda. Por eso me gusta El crimen del palodú. Ha sido un correctivo a las editoriales sevillanas.

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