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OBITUARIO

Muere Fernando Soto, el chapista que no quiso 'regresar' a Ranilla

  • Cumplió 40 años el día que se aprobó una Constitución de la que fue mentor. Uno de los diez detenidos en el proceso 1001, cuyo juicio se anuló al coincidir con el atentado a Carrero.

En la cárcel de Carabanchel, Fernando Soto Martín (1938-2014) descubrió a Vargas Llosa y a Thomas Mann, pero su relación con el tiempo es digna de Proust. El 6 de agosto de 1975, aniversario de su boda con Leonor Mendoza, sevillana de San Bernardo, era trasladado junto a su gemelo Eduardo Saborido desde esa cárcel madrileña a la prisión de Jaén, de la que saldrían en libertad, primeros presos políticos indultados por Juan Carlos I, el 28 de noviembre de ese año, ocho días después de la muerte de Franco. 

 

El 6 de diciembre de 1978, el mismo día que se aprobaba la Constitución Española, Fernando Soto cumplía 40 años. Diputado a Cortes en cuatro legislaturas, fue a contracorriente del gauchismo de etiqueta defendiendo la Carta Magna, en la que veía más indicios de progreso que la de la Segunda República.

 

Este sevillano del Cerro del Águila murió ayer en el hospital de San Lázaro. Deja tres hijos y cinco nietos. Uno de ellos, Carlos Jordán, firmó en este periódico la fotografía de la conferencia que su abuelo dio en la Casa de la Provincia el 15 de octubre de 2013. El día que animó a los del 15-M a hacer política en los partidos. "No doy más consejos, porque me van a nombrar jefe del Gobierno y mi Mari no me deja salir por las tardes", bromeaba.

Fernando Soto entró de chapista en Hispano-Aviación. Un oficio que en alguna ocasión le fue de suma utilidad. El 23 de junio de 1972 salieron de Sevilla Soto, Francisco Acosta y la esposa de éste, Luz Mari, que conducía el Seat 850 que les llevaba a Madrid, donde les aguardaba Eduardo Saborido con una documentación falsificada por Domingo Malagón. En Córdoba tuvieron un percance con el coche, un contratiempo para unos pasajeros que vivían en el alambre de la clandestinidad. Soto era chapista y Acosta mecánico. Leroy Merlin en estado puro.

 

Un día después, el 24 de junio, Soto, Acosta, Saborido y otros siete sindicalistas de Comisiones Obreras fueron detenidos en el convento de las Oblatas de Pozuelo de Alarcón. Se les juzgaría año y medio después. Un juicio que iba a dar comienzo el 20 de diciembre de 1973, el mismo día que ETA atentó contra Carrero Blanco. "Los zorrocotrocos de ETA, que no han movido a la dictadura ni un milímetro le robaron el protagonismo a la clase trabajadora", diría Soto en esa misma conferencia a la que asistieron sus nietos Carlos, autor de la fotografía, y María, estudiante de Periodismo.

 

Perteneció al Partido Comunista durante 23 años. Los más complicados. Ingresó en el PCE en 1959. En 1965, en un congreso celebrado en los alrededores de París, es elegido miembro del Comité Central. Tenía 28 años. Ya era gobernador civil de Sevilla José Utrera Molina, que tomaba posesión el 10 de julio de 1962, hace 52 años, procedente del Gobierno Civil de Burgos. En 1969, el último año de Utrera Molina como gobernador civil de Sevilla, Fernando Soto fue deportado a Valdepeñas de Jaén y es despedido de Hispano-Aviación por "incomparecencia al trabajo". Un pretexto marxista, pero de Harpo y de Groucho.

 

En el proceso 1001, a Fernando Soto lo defendió Alfonso de Cossío, el prestigioso jurista y catedrático. Una semana antes de que se cumplieran cuarenta años del atentado y del inicio del traumático proceso en las Salesas, Soto, Acosta y Saborido fueron a una comida navideña en el 3 de Oro invitados por los compañeros de la sección sindical de Construcciones Aeronáuticas. En los jardines Murillo, estos tres mosqueteros recordaron aquellas horas angustiosas, el temor por la seguridad de sus familias, el ruido de sables en Madrid.

 

Hoy se celebra en el cementerio de San Fernando el responso por la memoria de Fernando Soto. Será una ceremonia laica, aunque él se jactaba de haber hecho militantes del Partido a una veintena de sacerdotes. Ya estaba en el partido Francisco García Salve, el cura que acompañaba a Marcelino Camacho, Sartorius y la terna sevillana en la detención del convento de las Oblatas. Que dio al traste con los planes de Fernando Soto de pasar unos días de vacaciones en Rumanía con escala en Asturias, donde había quedado con Juan Marcos Juanín, sindicalista asturiano, también detenido aquel día de San Juan y muerto en accidente de tráfico.

 

Soto no quiso entrar por cuarta vez en la cárcel de Ranilla. En el pleno del 28 de marzo en el que el Ayuntamiento aprobó llamar Sindicalistas Fernando Soto, Eduardo Saborido y Francisco Acosta al centro cívico de la antigua cárcel de Sevilla, Soto rompió el protocolo: "Lo de Ranilla es una golfería de Sevilla, una tontería, es el nombre que le dio el lumpen a la cárcel de Sevilla por la que pasaron tantos trabajadores y trabajadoras". 

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