EL tiempo fugitivo. El tráfico ha vuelto a cruzar el puente de Triana. El sábado, en la plaza del Altozano, se vivió algo irrepetible. De puro cotidiano, no le damos la importancia a lo sencillo extraordinario. Imaginen un concurso de baile. El patio de butacas lleno de gente entregada. Los jóvenes concursantes que se esmeran en agradar al respetable y al jurado. Imaginen que este último estuviera formado por Alicia Alonso, Marta Graham y Maia Plisetskaia. Abrirían todos los telediarios. Se produciría en el puente de Triana, junto a la capillita del Carmen, un atasco de cámaras de televisión. Las tres damas del baile que ocupaban los asientos del jurado se llaman Matilde Coral, Cristina Hoyos y Pepa Montes. Escrupuloso orden alfabético para tres diosas del ritmo, la gracia y el pellizco.
No sé quién ganó el concurso. Supongo que todos, porque con un jurado así el premio es el jurado. Los nombres de las tres en el currículum de los concursantes en esa tarde mágica de sábado en el Altozano, junto a la estatua alegórica del baile flamenco que hizo Jesús Gavira por encargo del concejal Alberto Jiménez-Becerril. Por entre el público se paseaban, con dos reporteros gráficos, una pareja de novios que acababan de casarse en la capilla de los Marineros. Habían bajado a la vera del río, muy cerca de la Kon-Tiki de los héroes de la cucaña.
Ayer lunes terminó el desmontaje de la Velá de Triana. Al final del puente de Isabel II, una placa recuerda en el suelo que por allí pasa el Camino de Santiago de la Ruta de la Plata. Patrono de los peregrinos y de los trianeros. Dos furgonetas y un camión procedían a quitar los materiales de la fiesta en el puente de Triana, en el Altozano y en la calle Betis. Sólo quedaban los cimientos de las casetas, espejos sin lonas para unir las dos mitades de la ciudad. Las camionetas eran de la empresa Isedex, Iluminaciones Artísticas con sede social en Feria. Un pueblo de la provincia de Badajoz, partido judicial de Zafra, Sevilla la Chica, pueblo que ilumina y decora fiestas de media España y presume de una ruta de dólmenes y un castillo medieval.
Se alquilan dos apartamentos en el 14 de la calle Betis, la casa en la que en 1896 nació el torero Manuel García López Maera, que murió de enfermedad en plena madurez artística en 1924. Un año antes, cuando se inicia la dictadura de Primo de Rivera, abrió la Barbería Los Pajaritos convertida hoy en una taberna típica. Guiño a Melado en su flamante pregón de la Velá. El catamarán de Anastasio Senra, que prestó su apoyo para la logística de la cucaña, ayer faenaba junto al Pasaje de la O en labores de limpieza.
Vuelve la normalidad a Triana, que mira a la playa de Sanlúcar y su ciclo de carreras de caballos. El restaurante Mamma Mía cambió de nombre. Ahora se llama La Divina Comedia, con actuaciones en directo. Es curiosa la múltiple presencia de Dante Alighieri en Sevilla: una calle entre el barrio de Santa Teresa y el Cerro del Águila; una estatua en el parque de María Luisa; un instituto de estudios italianos y esta alusión a su obra más imperecedera, tan nombrada como poco leída.
Triana nunca pasa de moda. El domingo, Radio 3, en su sección de flamenco, dedicó una hora a la discografía del grupo Triana. Algunas de sus canciones son himnos oficiosos de Andalucía. Se oían en versiones originales del grupo de Jesús de la Rosa -como Belmonte, otro pasmo de Triana de la calle Feria- o en adaptaciones de Estrella Morente, Señor Chinarro, Niño de Elche o el estremecimiento de la voz de Lole Montoya cantando Todo es de color.
El 14 de abril de 1975 salió el primer disco de Triana, El Patio. Camino de las cuatro décadas. El día de la República -Independiente de Triana- del último año biológico del franquismo. Ya entonces brillaban con luz propia las tres artistas que ocupaban sus asientos en las sillas de enea del jurado, mientras conducía el acto Paco Marín, valenciano de Cullera con una treintena de velás a sus espaldas.
Matilde Coral tiene academia en la calle Castilla y plaza con su nombre. Cristina Hoyos es sevillana de la calle Vírgenes y trianera adoptiva, barrio donde le compró a su madre una casa en el Turruñuelo. Pepa Montes es la mitad -o el doble- del binomio que forma con Ricardo Miño, cuya guitarra da las horas en Triana después de las campanas. Matilde, Pepa y Cristina. Carlos Saura les dio su sitio en Flamenco y Sevillanas, con la producción de Juan Lebrón y la cámara de Vittorio Storaro. Tres señoras del baile, el mejor homenaje en el décimo aniversario de la ausencia de Antonio Gades, hijo de esta estética de la geometría espectral.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios